Secciones
Servicios
Destacamos
Yo no voy a comprar ni creo que vaya a leer la novela 'El odio'. No me interesa. Tampoco pienso citar aquí a ese innombrable ... demente, asesino y desalmado que fue capaz de quitarle la vida a sus dos inocentes hijos. Dicho esto, estoy de acuerdo con que no se haya paralizado la publicación de la novela de Luisgé Martin editada por, cierto, por la prestigiosa Anagrama. Intentar prohibir un libro, una fotografía o un video solo alimenta la curiosidad y acelera la difusión de su contenido.
La historia de los niños Ruth y José forma parte del imaginario colectivo porque fue un hecho hartamente cubierto por los medios de comunicación. No sé a qué ha venido ahora tanto lío, si mucho antes de la novela, ya lo sabíamos todo. No nos ahorraron detalles. Porque, si lo recuerdan, este crimen ocupó horas y horas de emisión, narrando todos los hechos macabros, reconstrucciones forenses y especulaciones constantes. Puro morbo. Se hicieron programas especiales, entrevistas a expertos y hasta dramatizaciones de lo ocurrido. La audiencia supo con total precisión cómo el asesino ejecutó su plan, qué métodos utilizó, cuál fue su comportamiento antes y después del crimen. ¿No es mucho más cuestionable todas esas horas de televisión en prime time que la publicación de una novela?
En ocasiones, el relato televisivo deshumaniza a las víctimas y convierte a los criminales en figuras casi novelescas, lo que genera un efecto perverso: en lugar de ser olvidados o repudiados, algunos de estos asesinos terminan convirtiéndose en personajes. Como se ha visto ahora.
La memoria de las víctimas no se protege impidiendo la publicación de un libro, sino no participando de este tipo de jaurías informativas en las que se convierte la cobertura de este tipo de sucesos. Dejar sin audiencia a estos programas, mostrando tu rechazo a través del mando de tu televisión y evitando que se conviertan en material de consumo masivo, es la mejor respuesta posible. Además, si queremos proteger la memoria de las víctimas, tal vez deberíamos cuestionarnos si hacer espectáculo del crimen en televisión no es, en última instancia, una forma aún más insidiosa de revictimización.
Lamentablemente, a mi juicio, el intento de la madre de los niños de frenar su publicación --un gesto comprensible de enorme dignidad a pesar de temer que seria una batalla perdida- ha conseguido todo lo contrario. Lo llaman el 'efecto Streisand' desde que en 2003 a la cantante Barbra Streisand se le volviera en contra el intentó de evitar la difusión de unas fotos aéreas de su mansión en California. Algo así como ha pasado con las fotografías de la infanta Sofía tomando una cerveza en Gales, de la princesa Leonor en una discoteca en Madrid o más recientemente con lo sucedido en Chile. El intento de frenar solo consigue alimentar el interés y, lo que en otro contexto habría pasado desapercibido, se convierte en viral. ¿No les parece?
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.