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De un tiempo a esta parte las cosas son así: en el fondo lo que importa es el relato. Todo lo demás da un poco ... más igual. Y ayer se escribió un nuevo capítulo del relato que tendrá un mal final para Pedro Sánchez. Él lo sabe bien aunque se empeñe en aparentar que no es así. Es la reacción natural. Debe trasladar normalidad pese al caos que ha entrado en el corazón de su casa particular. Sánchez lleva los suficientes años en política para saber que la tela de araña que ha empezado a coser el juez Peinado sobre los negocios de su mujer, Begoña Gomez, son como tentáculos de un pulpo gigante que ya les ha atrapado.

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