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Aunque no lo parezca, la mayoría de los políticos y los que se dedican a la cosa pública disfrutan de una muy mala vida. Son ... conceptos antagónicos, lo sé, pero ambos son totalmente ciertos. Por lo general -aunque conozcamos de sonadas excepciones- trabajar en los asuntos que nos incumben a todos es sinónimo de dedicar todas las horas del día al trabajo sin opciones para la desconexión. Quién ha estado ahí sabe de lo que escribo: el nivel de entrega que exige es casi total. Esto es, además de trabajar de lunes a viernes, después se renuncia a los festivos, a los puentes, y por supuesto también, a los fines de semana con el coste de sacrificio personal que eso supone. Ninguno se queja porque va en el cargo -y suelen hacerlo con gusto- pero el grado de exigencia es enorme.

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lasprovincias Fiestas y mala vida