Aunque no lo parezca, la mayoría de los políticos y los que se dedican a la cosa pública disfrutan de una muy mala vida. Son ... conceptos antagónicos, lo sé, pero ambos son totalmente ciertos. Por lo general -aunque conozcamos de sonadas excepciones- trabajar en los asuntos que nos incumben a todos es sinónimo de dedicar todas las horas del día al trabajo sin opciones para la desconexión. Quién ha estado ahí sabe de lo que escribo: el nivel de entrega que exige es casi total. Esto es, además de trabajar de lunes a viernes, después se renuncia a los festivos, a los puentes, y por supuesto también, a los fines de semana con el coste de sacrificio personal que eso supone. Ninguno se queja porque va en el cargo -y suelen hacerlo con gusto- pero el grado de exigencia es enorme.
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Es más, cuando los mortales aparcamos nuestras responsabilidades es cuando ellos -los políticos- las retoman de nuevo para, en otro ambiente, estar y participar. Estos días verán pasear por la ciudad a la mayoría de líderes políticos nacionales y, aún más si cabe, a los candidatos municipales y autonómicos de todos los partidos. La efectividad de su presencia es ninguna, incluso innecesaria, pero si se les ocurriera faltar a la cita sus ausencias serían muy sonadas y serían motivo de crítica. Y más con las elecciones a la vuelta de la esquina. Cosas de la política: si estás mal y si no, mucho peor.
E irán a la mascletà, claro. Hasta hace unos años la parada obligatoria era en el balcón del Ayuntamiento de Valencia pero el tema ha ido cambiando. Le han ido salido competidores oficiales en otras esquinas nobles de la plaza -primero fue el Ateneo Mercantil-, y aún más, desde que Ximo Puig, presidente de la Generalitat Valenciana, tomó la criticada decisión de hacerse con el edificio de Correos asegurándose ser el anfitrión, tener su propio balcón y disponer de un fuerte propio donde acoger a los suyos.
Al menos, participar en las Fallas será para los líderes políticos su particular termómetro demoscópico porque les permitirá tomar el pulso real de lo que opinan los valencianos. Muerto el CIS -otra gran víctima de la era Sánchez- un paseo por el cap i casal será la mejor encuesta de la que puedan disponer y además gratis.
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Para Alberto Núñez Feijóo lo normal es que su visita de mañana sea dulce y placentera. El trio que conforma junto con Carlos Mazón y María José Catalá está de subida y eso se nota en el ambiente. Veremos cómo se resuelve, por el contrario, la visita del presidente del Gobierno Pedro Sánchez a Sagunto. Un sapo agridulce que Ximo Puig deberá tragarse de la mejor manera posible consciente del daño electoral que su presencia puede causarle tras tantos feos a los intereses valencianos como el asunto del Tajo Segura o la financiación autonómica. La buena noticia de la primera piedra de la factoría de baterías se le ha amargado al President con el ERE de Ford, que es un auténtica puñalada a la economía valenciana y un punto negro en el balance de su legislatura.
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