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Seguir la actualidad política estos días resulta apasionante. Ayer, tras unas pocas horas de reunión, sin que nadie lo esperara y tomando las riendas de ... la iniciativa política, se anunció un pacto de gobierno entre el PP y Vox que hará posible que Carlos Mazón sea el próximo presidente de la Generalitat Valenciana.
La fumata blanca de un acuerdo, sin Carlos Flores, resulta una solución quirúrgica de enorme finura política atribuible al líder del PP, Carlos Mazón, que resuelve con solvencia el veto expresado por la calle Génova. Su portavoz, Borja Sémper, había dinamitado la reunión -incluso antes de que se produjera- con un veto expreso al número uno de Vox, Carlos Flores Juberias. El meollo: una sentencia por violencia familiar. Un hecho conocido por todos, una mochila con la que ya concurrió a las elecciones, pero que traducido en idioma político, era un elemento que objetivamente sobredimensionaba la negociación, ponía el foco mediático sobre el acuerdo y podía convertirse en un nuevo caso de fariseísmo hiperbólico -de intensidad variable- de poner el foco aquí y ahora en esto, y no haberlo hecho antes.
En cualquier caso, hay acuerdo. Y se agradece la discreción y celeridad con la que se ha alcanzado. Sin espectáculos ni personalismos. Comparen, por ejemplo, con la batalla de egos en la que se ha convertido el parto político del nuevo partido Sumar de Yolanda Diaz. Poco o nada importan las ideas o los proyectos. Sólo se habla de nombres, de si va o no va Irene Montero, Echenique o Belarra, cuitas personales por una mera cuestión de supervivencia política, en la que los problemas de los ciudadanos no parecen importar demasiado. Es verdad que unos acaban de llegar y otros empiezan a marchar.
En cualquier caso, ayer en Valencia hemos visto asomar otra manera de funcionar en política. Otra forma de proceder que sienta unas buenas bases de lo que será el próximo gobierno de la Generalitat. Lo he escrito en otras ocasiones. Creo que en política, como en otros órdenes de la vida, son muy importantes los principios, tanto como saber identificar los finales. Y Carlos Mazón ha empezado con buen pie mostrando a los asiduos del cap i casal una versión que pocos conocían. Por el momento y aunque el camino que queda por recorrer es largo, ambos partidos salen airosos de una situación compleja, difícil de solventar y que ha pillado a muchos con el pie cambiado.
Como todo en la vida, dos no se ponen de acuerdo, si uno no quiere y también los de Santiago Abascal han demostrado generosidad en la negociación, en especial Ignacio Gil Lázaro cediendo su sitio de cabeza de cartel, lo han hecho bien en este asunto. Por un lado, porque han cortado de raíz una polémica que tenían perdida de antemano y, por otro, dando una salida digna a Carlos Flores situándolo, otra vez, como número 1 en la lista pero esta vez para el Congreso. Veremos si Vox mejora sus resultados, como ya logró en las autonómicas.
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