Secciones
Servicios
Destacamos
Lo reconozco. Andaba bastante ofuscada y cabreada con los dos últimos casos de corrupción policial (y ahora escribo presunta) que se han destapado justo después ... de la riada. El del capitán de la Guardia Civil, ex jefe del puerto de Valencia, que facilitaba el tránsito ilegal de estupefacientes aprovechando su privilegiada posición. El segundo, el caso de un mando de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) de Madrid, arrestado con más de 20 millones de euros ocultos empalados en los tabiques de su domicilio. Demoledor. Manzanas podridas que, en verdad, sí minan la confianza de la gente y erosionan la labor de otros tantos -afortunadamente muchos más- de recta actitud e intachable vocación de servicio.
Todavía con el corazón encogido y con esa extraña ilusión que alimenta tener la Navidad a la vuelta de la esquina, leía ayer una historia que representa la otra cara de la moneda. El entrañable relato de dos discretos héroes con uniforme. Dos policías locales de Valencia, rasos, prácticamente recién salidos de la academia, que lograron salvar la vida de una recién nacida. Son Sara Climent y Pau de Miguel. La alcaldesa de Valencia, María José Catalá, los recibió ayer en el Ayuntamiento para reconocer su labor e imagino que para poner luz sobre esta brillante actuación policial que, de otro modo, hubiera pasado desapercibida.
Sara y Pau, en un día cualquiera de trabajo de la semana pasada, acudieron a una llamada de auxilio a través del 112 y se encontraron con una situación límite que pondría a prueba la entereza del más plantado: reanimar a una bebé que ya estaba azul por falta de oxígeno. Segundos vitales entre la vida y la muerte que resolvieron con éxito; en un instante crucial que, como en la película de Woody Allen 'Match Ponint', ganó la vida. Dos policías extraordinarios capaces de anteponer, atemperar y actuar eficazmente en momentos tan críticos. Sin embargo, me surge una pregunta: ¿quién cuida de quienes nos cuidan? Es esencial proporcionarles apoyo psicológico y recursos adecuados para garantizar su salud mental, permitiéndoles continuar desempeñando su labor con la misma dedicación y eficacia.
Historias como la de Sara y Pau merecen ser difundidas, no solo para rendir homenaje a su valentía, sino también para inspirar a otros y recordar el valor y la vocación que representa ejercer el servicio público desde cualquier cargo y en cualquier situación. La entrega es total. El papel de la Policía Local es estratégico para la vida de una ciudad. Es la más cercana, la más inmediata. Su presencia es constante. Son siempre los primeros en llegar, los que saben cómo vivimos, las dinámicas de cada barrio y entienden sus claves y sensibilidad. La ciudad de Valencia está de enhorabuena porque -según ha informado el Ayuntamiento- acaba de incorporar 207 policías locales, 207 nuevos Saras y Paus para velar por nuestra seguridad. Ellos personifican los valores que deseamos ver en nuestras fuerzas de seguridad: valentía, profesionalidad y una profunda humanidad. ¿No les parece?
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Una moto de competición 'made in UC'
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.