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Si nada lo remedia, en forma de inesperados seguidores del ex presidente aragonés socialista Javier Lambán y/o se haga carne la conciencia crítica (resucitada) ... tras escuchar la otra noche a Felipe González en 'El Hormiguero' y todos juntos rompan la disciplina de voto impuesta por Pedro Sánchez, mañana jueves 30 de mayo de 2023 el Congreso de los Diputados aprobará y sacará adelante la Ley de Amnistía.
Esta ley, que sólo atendiendo a los informes jurídicos demoledores que tiene en su contra que alertan de las graves consecuencias que se derivarán de su entrada en vigor, sólo por eso, no debería salir adelante. Sus consecuencias a día de hoy no podemos ni alcanzar a imaginarlas. Yo no soy jurista experta en la materia pero ¿recuerdan lo que pasó tras la entrada en vigor de la ley del 'sólo sí es sí' que acabó beneficiando a violadores y asesinos en vez de a sus víctimas?... pues multiplíquenlo.
Ha faltado mucha cintura, más transparencia y claridad con los españoles. Un asunto de tanto calado requeriría de menos prisas, otros modos y más consenso. Nada bueno puede obtenerse por la vía de la imposición. Y está ley sin duda lo es, además del balón de oxígeno que necesita Sánchez (e Illa) para poder continuar viendo y de paso sacar del aprieto a quienes han hecho una forma de vida de la legítima batalla de ideas que debería ser avanzar hacia una mayor autonomía territorial. Porque este asunto va por barrios.
Será un mal día porque además ésta es una ley que siembra a su paso daños colaterales que iremos viendo con el tiempo. La más inmediata afecta a la Monarquía en general y al Rey en particular, que queda a los pies de los caballos frente a esta tropelía legislativa frente a la que poco puede hacer salvo ratificarla con su firma. Un gesto en forma de enorme sapo que le tocará tragarse y que puede ocasionar -injustamente y en la práctica- cierto desconcierto y desconcierto especialmente entre la gente más joven.
Quizá, o eso me ha dado por pensar, es por eso por lo que hemos podido ver esta semana al Rey Felipe VI un punto más alto del acostumbrado en la cortesía institucional, habitualmente tan medida, a la que nos tiene acostumbrados la Casa Real, en este caso, durante la visita del presidente ucraniano Zelenski. No en balde y fuera del protocolo acostumbrado, fue a recibirle a los pies de la escalinata del avión que le trasladó hasta Madrid. Un gesto que no ha pasado desapercibido. Como curándose en salud y adelantándose a lo que le viene.
Mañana, en cualquier caso, será un mal día para muchos. Por contra lo celebrarán sólo unos pocos -altos cargos de las consellerías de Junts y ERC imputados en causas judiciales derivadas del procés- que están viendo peligrar su economía y patrimonio que quedarán a salvo tras la aprobación de la amnistía. Como ven, cuestión de dinero, nada que ver con el mundo romántico de las ideas. ¿No les parece?
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