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De un tiempo a esta parte he adoptado la costumbre de pasar las últimas horas de cualquier cita electoral encerrada en un cine. Compro la ... entrada con antelación, elijo a conciencia la película para tener ciertas garantías de éxito y dejo el móvil en casa para no tener tentación alguna. Las gallegas las viví con 'La zona de interés', basada en la novela del mismo título de Martin Amis. Es brutal, te deja totalmente del revés. Para quienes nos gusta la política ir al cine en días así es una buena vacuna para mantenerte ajeno a la intensidad de las horas previas al escrutinio.
Y ganó el PP con mayoría absoluta. Ya lo dijo Narciso Michavila presidente de GAD3 y volvió a acertar. Sigma 2 también atinó. El CIS de Tezanos, pues claramente no. El BNG quedó segundo; el batacazo del PSOE histórico y el fracaso de Vox y Sumar los deja a las puertas del abismo. Pero el mejor titular de la jornada fue el que dio Isabel Díaz Ayuso: «Hemos ganado 40 a 9».
Pero hasta el domingo los españoles vivíamos bajo el síndrome del 23J y es que, además, las campañas electorales ya no son lo que eran antes. De un tiempo a esta parte, la precampaña se ha convertido en esos días donde lo irracional se abre paso y se impone sobre la realidad dando paso a una realidad virtual política que lo va invadiendo todo. Como un virus que convierte la actualidad en virtual, que se contagia para crear tendencias de opinión que sólo duran los días de campaña y después se olvidan. Así se siembra inquietud y dudas hasta en la cabezas más sensatas y brillantes donde antes había certezas. Y así, en esta realidad virtual, nos entretienen durante la campaña hasta que la gente vota y vota como siempre y todos recuperamos la normalidad.
Al salir del cine y encender la televisión comprobé con gran sorpresa lo que para mí fue la gran novedad de la noche. El BNG -o como lo mal-leemos todos: el benega- eligió un bar de tapas para seguir el escrutinio electoral de las elecciones gallegas. Entre birras. Cervezas por aqui cervezas por allá. Nadie parecía prestar demasiada atención a la actualidad política. Los simpatizantes nacionalistas estaban de tardeo. En las conexiones en directo de las televisiones se veían más botellines por metro cuadrado que simpatizantes del partido político que presentaba de nuevo, y con ésta era la tercera vez, a Ana Pontón. Sus seguidores, entre cañitas, parecían ocuparse de otros temas mejores que nada tenía que ver con las elecciones mientras el escrutinio avanzaba. Como si acabaran todos de salir del cine.
En el lado contrario Democracia Ourensana. Inauguró un formato de seguimiento de escrutinio como muy de andar por casa. Eran unos pocos y escenificaban una postal muy hogareña. Sus militantes se mostraban cómodamente apoltronados en un sillón como muy de casa tan atentos al móvil como si por levantar la mirada fueran a perder su único escaño.
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