Siguiendo las indicaciones de Pablo Salazar -jefe de todos los columnistas que tenemos la fortuna de escribir en LAS PROVINCIAS- hoy empiezan las vacaciones de ... agosto para este Andando y Viendo semanal. Confieso que echaré de menos esta 'esquinita' izquierda en página par del periódico en estas semanas que se aventuran tan intensas y decisivas. No sólo en clave nacional sino también por todo lo que se ha cocido y se cuece en esta comunidad que está en pleno proceso de cambio.
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Dejo pendiente detenerme en Vicent Mompó, nuevo presidente de la Diputación de Valencia, que con una estrategia discreta, paciente y responsable se ha hecho con la vara de mando de la institución provincial. Un caso que conviene tener presente -y más con lo que está pasando ahora en clave nacional- porque la buena política ejercida con honestidad puede dar mucho de sí. Nadie confiaba en que los números le salieran a Mompo -como ahora a Feijóo-, se le subestimó; se obviaron los detalles, los errores pasados y el de Gavarda supo aprovecharlo.
En Madrid, el PP lo tiene mucho más difícil. Es casi imposible porque la aritmética no acompaña. Feijóo va a lucharlo hasta el final. Y tiene que hacerlo. No le queda otra. Renunciar a pelear significaría traicionar la confianza de sus votantes. Y debe afrontarlo porque, aún a sabiendas de que su destino es el fracaso, es quién ha ganado las elecciones, quién más ha incrementado su respaldo social en estos últimos cuatro años y es, con todo, la primera fuerza política de este país.
Los resultados electorales conforman objetivamente una realidad que se ha traducido en la victoria más amarga para el gallego Feijóo, acostumbrado a holgadas mayorías absolutas, y en la derrota más dulce para Sánchez. Ambos se enfrentan ahora a uno de los capítulos más decisivos de su historia política. Y es, en momentos tan claves y complicados cuando los líderes se retratan, construyen y crecen con sus decisiones. Quedan semanas por delante que pueden dar mucho de sí.
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Las cuentas no le salen al PP y, por el contrario, con mucha aritmética variable -de apoyos y abstenciones- sí que le salen a Pedro Sánchez que ya fue capaz, con peores resultados, de constituir el gobierno actual. La implicación de ZP, el sacrificio de los barones territoriales que tragaron con el voto de castigo tras el 28 M, el calor, las vacaciones y la confianza exclusiva en las encuestas ha hecho errar estrategias y ha puesto a salvo el proyecto de Pedro Sánchez por cuatro años más.
Lo nuclear ya no es si será presidente Alberto Nuñez Feijóo o Pedro Sanchez -que ya podrían ponerse de acuerdo- sino que toda España pueda depender de las exigencias de unos pocos partidos minoritario que, desde una parte del país, los extremos y el nacionalismo, buscan democráticamente rentabilizar sus votos a un precio difícil de asumir para la mayoría. Con un sistema que permite blanquear este chantaje. ¿Qué pedirán a cambio? Sería deseable que fueran capaces de encontrar un posible punto de encuentro entre el PP y el PSOE para asegurar la estabilidad que necesita este país y más con los nubarrones que se vislumbran. ¿No les parece?
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