Tras superar las primeras veinticuatro horas del primer y único cara a cara televisado entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo de las elecciones generales ... de 2023 mantengo la extraña sensación -algo amarga- de que los españoles hemos asistido al estreno de un nuevo formato de espectáculo televisivo en clave política. Una mezcla de boxeo académico real y pressing catch político algo impostado que terminó en KO. Hasta ese momento los púgiles se dieron unos cuantos golpes, mostraron agresividad, retranca gallega, cintura y poca paciencia para acabar ambos cobijados por el apoyo de los suyos en sus respectivas sedes.
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Porque lo que vimos el lunes por la noche no fue un debate al uso, ni siquiera un cara a cara. Dimos un paso más en cuanto a formatos políticos made in Spain.
La hostilidad entre ambos trascendió del plató. La tensión se palpaba en el ambiente. El aspirante consiguió -pese a haber mantenido su agenda las horas previas al debate y Sánchez suspenderla para estudiar- ser el alumno más aventajado, tener la lección mejor aprendida y desplegar mejores modales. La diferencia entre ambos la marcó el ser y el estar. «Si dices la verdad, no tendrás que acordarte de nada» como dijo Mark Twain. Sánchez pareció otro tras el primer intermedio porque relajó forma y gesto.
Es evidente que el formato televisivo fue un éxito. Los datos de audiencia así lo respaldan rozando cifras de final deportiva. En algún momento de la noche -sobre las once menos cuarto del lunes- el cara a cara superó la cifra de más de 11 millones de espectadores únicos.
Fueron 100 minutos de confrontación política en igualdad de condiciones -al menos en cuanto a tiempos de palabra- algo de lo que hasta ahora no había podido disponer el candidato en los seis debates previos en el Senado.
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En política todo son vasos comunicantes y todo lo que ganó el PP y Alberto Núñez Feijóo lo perdió Vox y Santiago Abascal. Por la misma regla de tres, todo lo que perdió el PSOE y Pedro Sánchez lo ganó Yolanda Díaz y todos esos partidos más minoritarios que le han dado soporte estos años.
Con todo, lo mejor del debate quedó en nada porque Pedro Sánchez desprecio la posibilidad de sellar un principio de acuerdo entre los dos grandes partidos políticos de dar algo de estabilidad al país.
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Me pregunto dónde habrá acabado ese documento que dejó firmado en directo Alberto Núñez Feijóo a favor de la gobernabilidad de España sin pactos con las minorías. ¿No les parece?
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