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Todavía me acuerdo de cuando arrancaba el mítico Miguel Gila sus números de humor con el teléfono agarrado a una mano, con el casco de ... soldado medio mal puesto y agazapado tras unas trincheras cuando decía: «¿es el enemigo?. Pues que se ponga». Y esa ha sido, así como de sopetón, la imagen que me ha venido a la cabeza al conocer la campaña que ha lanzado el Departamento de Feminismos -porque ojo es así como se llama- el área de la Generalitat catalana que ha ideado la campaña que lleva por nombre «mi regla, mis reglas».
Imagino con cierto humor al MH President Pere Aragonès desatendiendo por un momento las negociaciones de la amnistía y los indultos con Pedro Sánchez -en el supermartes catalán- para validar esta campaña que no es más que un réquiem que suena en contra de los tampones. Como hacían antes las madres carcas de mi generación pero años después.
Les cuento. El meollo ideado por el Departamento de Feminismos de nuestros vecinos consiste en regalar dos compresas reutilizables, unas bragas menstruales o una copa idem a cualquier mujer que lo solicite en las farmacias catalanas. No digo yo que esté mal esta iniciativa para quienes prefieran el uso de este tipo de productos de higiene íntima pero, lo que si me parece mal, es que indirectamente están demonizando a quienes no lo hagan. Unos tienen el sello de lo que mola porque es más progre así que lo regalan y, los otros, por el contrario, pues no. La campaña además está amparada por las celebraciones del Día Internacional de la Mujer. ¿No habrá cuestiones más prioritarias que reivindicar para las mujeres como la evidente brecha salarial por ejemplo?
Además, con la excusa de salvar al planeta -algo en lo que todos coincidimos- conforman una campaña dirigida a condicionar las costumbres de las nuevas generaciones con prácticas viejunas y que afortunadamente quedaron aparcadas en el pasado. Si mi abuela levantara la cabeza no se podría creer esta pesadilla 'remember' disfrazada de modernor.
Digo yo que será más fácil incentivar a las grandes multinacionales sanitarias a invertir más dinero en investigación que les permita encontrar materiales cien por cien biodegradables. Eso sí sería útil para el futuro del planeta. Como en casi todo lo que tiene que ver con las mujeres se emplean medio verdades: el uso de compresas o pañales es transversal, los consumimos hombres y mujeres. Ahora y antes. Lo hacemos desde que nacemos. Sólo faltaría que mandarán a las mujeres catalanas, en el marco del 8M, a limpiar al río por eso de las restricciones que soportan por la sequía. Bastantes tareas domésticas asumimos las mujeres para aguantar unas cuantas más.
Lo importante es garantizar la libertad para elegir cualquier opción y, sobre todo, no tragar con este intervencionismo dominante que pretende inmiscuirse en las decisiones personales.
En definitiva, otro despropósito con eslogan muy pro-empoderamiento femenino pero que, en la práctica, no puede ser más retrógrado, cavernario y rancio. Parece estar pensada, como decía Gila, por nuestro peor enemigo (o enemiga, quién sabe). ¿No les parece?
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