Pedro Sánchez inicia hoy -con el debate de investidura- la aventura más peligrosa y arriesgada que haya activado nunca. Y eso que nos ha demostrado ... que le gusta jugar al límite. Con el pacto de investidura que previsiblemente le hará presidente mañana, Sánchez ha activado su última jugada de riesgo en forma de un nuevo gobierno con unos equilibrios con los nacionalistas muy difíciles de sostener. En la práctica lo que hemos vivido hasta ahora con la coalición de gobierno de Sumar y Podemos será un juego de niños al lado de los nacionalistas marcando el ritmo y las decisiones de todo un país. Querrán saberlo todo antes -como los antiguos censores- y validar cualquier acuerdo. Si para tramitar el debate de investidura la exigencia fue que antes se presentara el proyecto de ley de la amnistía, imaginen ustedes el nivel de confianza mutuo que existe -ninguno- y lo que será tomar una decisión cualquiera en el Consejo de Ministros. Nos esperan unos meses muy complejos, especialmente para el propio Sánchez, porque mucho me temo que le va a resultar tan imposible gobernar y con tantas elecciones a corto plazo que lo normal es que termine tal como empezó: con una moción de censura, pero al revés.
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En el otro lado del tablero político está el PP de Alberto Núñez Feijóo reconfortado por la respuesta tan abrumadora de la calle el pasado domingo 12 N. Lo que vivimos en las calles de todo el país no fue una concentración cualquiera. Ni siquiera fue sólo, que también lo fue, una marea de simpatizantes del PP -que fue quién la convocó- y de Vox. Fue mucho más que eso. Allí también se concentraron votantes del PSOE que están desconcertados y descontentos de cómo se están haciendo las cosas en su partido. Quién sabe que dirá hoy en el hemiciclo el propio líder del PP, pero ¿imaginan que Alberto Núñez Feijóo le acaba ofreciendo hoy a Pedro Sánchez su respaldo para la investidura a cambio de que retire el denostado proyecto de la amnistia? Algo así planteó en la primera ronda de contactos cuando tras ganar las elecciones le ofreció un acuerdo de dos años. Es un suponer pero, coincidirán conmigo, que sería una propuesta más que interesante para la estabilidad del país así como una solución de fondo que buena falta hace tal y como se están poniendo las cosas.
Y es que en verdad, hay un clamor en contra de lo que está pasando y hacer oídos sordos o dar la callada por respuesta -como hizo Pedro Sánchez el pasado domingo- es un error de enormes consecuencias para el PSOE a corto plazo. Es el pan para hoy y el hambre para mañana. Ha pasado otras veces y en otros partidos políticos y seguirá pasando desgraciadamente: todos lo saben, el rey está desnudo pero nadie se lo quiere decir. Y es que Pedro Sánchez tiene que tomar otras tantas decisiones. No en balde 22 ministros y un montón de altos cargos están a la espera de verse ratificados -o no- en sus respectivos puestos. ¿No les parece?
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