Secciones
Servicios
Destacamos
Quienes criticaron la celeridad con la que Carlos Mazón cerró su acuerdo con Vox no tendrán más remedio que reconocer hoy, pasado sólo un año ... tras la ruptura unilateral del mismo, su acierto de empezar cuanto antes, acelerar la toma de decisiones nucleares y que el pacto haya funcionado. Desde el principio. Es como si el presidente Mazón ya supiera, por aquel entonces, que la relación con Vox no iba a durar mucho y quisiera exprimir al máximo las posibilidades de la cómoda mayoría parlamentaria que le aseguraban los de Vox. Cuestiones nucleares que, a día de hoy gobernando en soledad, le hubieran resultado mucho más complejas de poner en marcha.
Desconozco si les ha dado tiempo a sacar adelante todo lo que pretendían (imagino que no) pero en este primer año los del PP han sido capaces de tocar todos los palos del grueso de sus compromisos electorales. Cumpliendo en cuestiones nucleares: bajada del IRPF, eliminación del impuesto de sucesiones y donaciones, libertad educativa, eliminación del requisito lingüístico, reducción de listas de espera o la gratuidad educativa de 0 a 3 años.
Santiago Abascal ya puede ponerse a declinar en arameo pero las verdaderas razones que le han empujado a romper los pactos de gobierno en las comunidades autónomas tienen más que ver con sus propios cálculos electorales -un posible adelanto o que sencillamente tiene encuestas que le dicen que Vox se está diluyendo al gobernar con el PP- y poner a salvo su propio pellejo. Más que con la polémica del reparto de menores inmigrantes cuya actitud es incomprensible en un católico como él que no debería mirar a otro lado ante un drama que tenemos en casa. Un problema que en una lógica normal debería poner en jaque al gobierno de Pedro Sánchez (por su dejación de responsabilidades y mala gestión) y que sorprendentemente acaba pasando factura al PP en esta extraña e ilógica etapa política que nos toca vivir donde no importa el fondo sino el relato. Una rocambolesca y perversa situación que legalmente ha de resolver Sánchez pero que en la práctica lo resuelven algunas comunidades autónomas (con las sonadas excepciones de Cataluña y el País Vasco) que como la nuestra lo hacen lealmente, pero sin recursos.
Y así vivimos instalados en esta extraña paradoja en la que, por muy complicadas que se pongan las cosas, siempre hay algunos que terminan cayendo de pie, otros, aunque la razón divina o la justicia les asistan y les colmen de razón, caen siempre del revés. En un país donde permitimos como si tal cosa las sonadas excepciones: que se lo digan a la Infanta Cristina (o a tantos ciudadanos de a pie) a quien le tocó hacer el 'paseíllo' retransmitido por todas las televisiones -en una situación muy similar a la que ahora vivimos- para sentarse en el banquillo en el caso Noos y otros, como es el caso de Begoña Gómez investigada también por un juez, y que pudo acceder fácil y discretamente -a salvo del incómodo griterío- a declarar por esos 'pequeños detalles de reunirse en La Moncloa o en el despacho de una universidad. ¿No les parece?
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.