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Hemos oído de todo en esta campaña electoral. Y lo que nos queda. Pero con la resaca de estos días, reflexionando un poco sobre lo ... visto y escuchado, he caído en la cuenta de la normalidad con la que María José Catalá ha llevado su embarazo. Sin alharacas, sin polémicas, sin dos de pecho ni exageraciones. Sin acusar la diferencia.
Al margen de las siglas, de los partidos políticos o de las ideas, vivimos una época extraña donde parece imponerse la práctica de un feminismo de pensamiento único, con «empoderamientos de disfraz» que resultan incomprensibles para muchas mujeres y donde, por desgracia, los supuestos avances se resumen en pifias como la de la ley del solo es sí es sí, yo me quedo con esta otra forma de ser, de ejercer y reivindicar el papel de la mujer.
Ya llegarán los tiempos de las críticas -con la gestión resulta inevitable- pero antes de que empiece la época de María José Catalá como alcaldesa quería detenerme en la versión María José Catalá como mujer. Porque su campaña ha sido más compleja que la de los demás aspirantes. Encabezaba no sólo una lista sino dos: la lista electoral al ayuntamiento y también era cabeza de cartel en la propuesta autonómica del PP, con la multiplicación de compromisos que eso conlleva. Salvo un debate electoral no se ha perdido nada. Verla en campaña era empatizar con ese esfuerzo de más que sabías que estaba haciendo. Creo que su comportamiento le da todavía más valor a su victoria y ejemplifica en su persona el que otras mujeres han hecho, hacen y harán. Catalá ha representado, sin quererlo, a todas las que en algún momento hemos pasado por ahí.
Y otro factor más a tener en cuenta: la normalidad. No ha reivindicado ni ha aprovechado esta circunstancia que la hacía diferente a los demás y que le ha exigido, sin ninguna duda, un mayor esfuerzo físico y emocional que al resto de aspirantes. Ha afrontado la carrera electoral en posición de igualdad con el resto de candidatos. Sin vacilar. Con entrega plena pese a que, a ojos de todos, su estado iba avanzando aún más rápido que la propia campaña. Su cara, pese a la victoria, ya empezaba a desencajarse hace unas horas mientras agradecía los resultados la noche electoral.
Quince años han pasado desde que en 2008 Carmen Chacón pronunciará su mítico «Capitán, manden firmes» embarazada de siete meses pasando revista a las tropas españolas. El 29 de mayo de 2023 -ojo, una vez ganadas las elecciones- escuché a María José Catalá decir en una entrevista: «Algún día le contaré a mi hijo lo que fuimos capaces de hacer juntos».
Otro tema: Creo que aún nos quedan más capítulos por ver tras el adelanto electoral anunciado por Pedro Sánchez. Sospecho que aún se reserva un último as bajo la manga si es que, de verdad, ha sabido leer el contundente mensaje que los españoles le han dejado dicho con su voto en las urnas. Ha sido un castigo a Sánchez que se han cobrado otros por él y que le obliga -al menos moralmente- a replantearse además su futuro inmediato.
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