Conocerán más historias de personas valientes que se han hecho aún más fuertes tras la riada. Historias de recuperación que son ejemplo de lucha y ... que son hoy inspiración para muchas otras personas. Relatos de vidas llevadas al límite, de negocios o proyectos que se han recuperado pese al zarpazo del agua. Personas que son ejemplo y han demostrado tener un profundo valor.
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Son historias que nos hablan de la gente normal y anónima que han decidido no rendirse frente a la adversidad. Que se han puesto en pie y han vuelto a empezar. Que le han plantado cara al desastre, a la burocracia y a las compañías de seguros que tan exigentes son para cobrar y aún lo son más para pagar.
Habrá muchas más, pero si me lo permiten, les comparto una que para mí es muy especial. Es la historia de la Clínica Veterinaria de Sedaví, o lo que es lo mismo, la historia de María Vitoria y la de todo su equipo. Una mujer que se ha hecho grande pese a todas las adversidades de la dana con enorme valentía.
María y su equipo llevaban años cuidando animales, acompañando su bienestar y salvando las vidas de esos pequeños seres de cuatro patas que tanto bien hacen a muchas familias. Y es que la vocación de María siempre fue ésa y su aspiración poner en marcha su propia clínica. Se empeñó y trabajó duro para conseguirlo acumulando primero el conocimiento -como en Medicina la carrera de Veterinaria es demasiado laaaarga- y después mucha experiencia.
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Con todo abrió la clínica hace unos años con unas instalaciones, al principio, más pequeñas que fueron creciendo al compás de un prestigio que fue ganando gracias al boca a boca que la consolidó como punto de referencia inexcusable para decenas de clientes que siempre hemos encontrado sabio consejo y mejor respuesta. Siempre presentes, urgencias, dudas, fin de semana, sin horas. Y así siguieron creciendo, tanto que, hace apenas unos meses ampliaron la clínica para mejorar el servicio, separar espacios para perros y gatos, hacer más confortables las esperas y dar más capacidad a Cristina que es (quien suele ir por ahí lo sabe) la que pilota con destreza el ritmo de las consultas.
Y en ese momento dulce estaban cuando todo se fue al traste la maldita noche de la riada. Aparatos, microscopios, todas las consultas, quirófanos, material. El agua pudo con todo salvo con una cosa: las ganas de volver a empezar y la fuerza del sueño de María, así que hoy la clínica veterinaria Sedaví vuelve a abrir sus puertas. Por fin.
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Ayer terminó su trabajo y marchó el último camión cargado con los residuos que aún quedaban de la riada. Se llevó con él las últimas toneladas de las 59.000 -que se dice pronto- que se han ido retirando de las calles afectadas tras el maldito 29 de octubre. Un último camión que simboliza el final de una etapa y el inicio de un nuevo principio. ¿No les parece?
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