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Sobran plazas de Formación Profesional y quien lo oiga quizás no lo crea. El 10% de la oferta no se ha cubierto. Los grandes números pueden parecer contradictorios en un escenario atomizado. Sobra una de cada diez plazas y, al mismo tiempo, muchos chavales no ... pueden acceder al ciclo formativo deseado.
Lo que sucede en la FP es lo mismo que ocurre en el ámbito universitario pero de manera agravada: es posible la convivencia de elevadas notas de corte con vacantes. En FP, además, la oferta está distribuida territorialmente, no concentrada en la capital de provincia como es habitual en el ámbito universitario. Asimismo, no hay tanta tradición de movilidad académica. Muchos jóvenes se mudan de ciudad para cursar estudios universitarios, pero esto no sucede tan a menudo en los ciclos formativos.
No obstante, para que sobren tantas plazas tienen que concurrir más factores, entre los cuales no hay que descartar una planificación hipertrofiada. Los fondos europeos han permitido extender la red según el presupuesto antes que depender de las necesidades. Acercar, además, una oferta amplia a todo el territorio, a todas las comarcas, aumenta el riesgo de que queden plazas sin cubrir.
Por otro lado, hay tres causas principales por las que hay ciclos formativos que tienen mayor riesgo de dejar vacantes. Por un lado, cuando la oferta se crea por un interés de la Administración en extender determinado estudio de norte a sur, y la demanda no muestra tanta ilusión por dicho ciclo. Por otro lado, porque los estudios más «baratos» de implantar tienden a tener mayor oferta formativa, y específicamente por parte de la oferta privada en cuya estructura influyen el coste de la puesta en marcha, la demanda no satisfecha y el carácter habilitante de los estudios. No es lo mismo una especialidad, digamos, industrial para la que requieres un equipamiento voluminoso y caro que otra que permite cumplir los requisitos con un simple ordenador. La tercera causa es la más contradictoria: ciclos formativos, muchas veces industriales, con una alta empleabilidad que no atraen a los jóvenes. Sucede incluso en nuestros 'clústers' industriales comarcales. Quizás por eso mismo, porque los chavales han conocido ese ámbito laboral desde pequeños, lo han visto en sus padres, en su familia, en sus vecinos... o simplemente por la rebeldía de no encasillarse en la tradición laboral de la zona. Sea cual sea esta causa, hay ciclos que no se llenan a pesar de ser los que más oportunidades laborales ofrece.
Con estos mimbres la Generalitat Valenciana construye la cesta presupuestaria. La optimización de los recursos públicos llevaría a limitar la oferta «sobrante». Es un desperdicio tanta plaza sin cubrir, y hay que recordar que esto no es enseñanza obligatoria, por lo que mantener vacantes por beneficio social se justifica peor. El problema es que no podemos pasarnos ajustando la oferta, porque la precisión limita la decisión si tenemos en cuenta que muchos jóvenes eligen sin tener claro del todo lo que quieren estudiar, y otros que lo pueden tener claro, no acceden por la nota. Cierto, el abandono en FP y en la universidad es muy alto, pero también es un coste elevado dejar fuera de los estudios superiores a demasiados jóvenes porque ni les da la nota ni conocen las alternativas. Quizás la solución pase por una planificación inteligente que reduzca las vacantes en los ciclos de moda y mantenga la generosidad en los ciclos de alta empleabilidad. Al fin y al cabo estas plazas tienen doble coste: el de crear la vacante y el de no cubrir el puesto de trabajo.
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