Un cuarenta por ciento de los alumnos de Formación Profesional Básica, un tercio en Grado Medio y un cuarto en Superior abandonan los estudios sin graduarse, según un estudio realizado por Caixabank Dualiza y la Universidad de Baleares. A esto sumamos el 10% de plazas ... que la Conselleria de Educación dijo que no se ocuparon este curso, y todo junto resulta que un tercio de la inversión postobligatoria no es eficaz. Si me permiten, las acequias se entierran cuando pierden agua en estos porcentajes.

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Soy consciente de que es una postura antipática juzgar la educación por sus resultados y esperar un retorno académico, que se mide en titulaciones por si alguien no cae en ello, de los presupuestos públicos que se destinan para FP. Pero hay algo peor que ser antipático que es ser ignorada una cifra que nos resulta muy cara. Así es, la acción política se evalúa, o así nos lo quieren hacer ver, por los euros que se inyectan a los centros y plantillas, de tal forma que cuanta mayor es la inversión mejor es la política. Nadie, o al menos yo, pretende reducirla, pero ser eficaz y eficiente debería ser motivo, también, de valoración. Lo contrario es convertir al sistema educativo en autoreplicante y dotarle de un instinto de supervivencia, si no lo tiene, que le sobrepone, incluso, a la existencia de alumnado. En Asturias se han llegado a ver protestas sindicales por el mantenimiento de escuelas sin niños.

Si lo anterior es antipático, roza lo desagradable plantear alguna responsabilidad académica a quien se le subvenciona la postobligatoria.En estas etapas comienza la formación segregadora, que a mayor nivel de estudios mejores condiciones laborales futuras. Al menos eso dice la estadística, y por tanto aquellos que antes se incorporan al trabajo, de alguna forma, financian la educación a quienes siguen estudiando. A la universidad este debate sí llegó, y existe distinto precio del crédito según avanzan las convocatorias para una misma asignatura. Los abandonos desperdician muchos euros de todos y está bien que a nadie se les reclame pero al menos que no reciba aplauso.

Que no se exijan cuentas no resta importancia a trabajar para reducir este abandono de estudios. Primero pasa por analizar las causas, y según el estudio éstas son una mala orientación, expectativas que no se cumplen y la elección de estudios por descarte. Cuando te matriculas en lo que entras por nota de corte y no en lo que quieres.

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El objetivo no es ahorrar sino ser eficaces y eficientes, y no podemos definirnos así con un abandono tan alto en ciclos formativos. Las razones aducidas no son académicas, sino sociales y personales, y quizás invirtiendo algo más en estas áreas consigamos una inversión más rentable en títulos. Invertir en orientación, porque las elecciones de estudios por descarte o porque «es lo que hay» tienen más riesgo de acabar en abandono, y acompañar desde una intervención más social la escolarización en ciclos, especialmente en FP Básica, como modo de aumentar la motivación y el éxito académico.

En este contexto, la nueva Ley de Formación Profesional, que atomiza y acumula las certificaciones como una pulsera de cuentas de colores, debe favorecer la optimización de la Formación Profesional, de tal forma que ese tercio de abandono encuentre reconocimientos parciales, entrecruce formaciones con convalidaciones mutuas y permitan, con el tiempo, al alumno que se fue, volver y no empezar de cero.

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La mejor inversión es que las matrículas terminen en titulaciones. Si la mirada, claro, sigue centrada en el estudiante.

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