Hoy comienza el selectivo y cómo decirle a ese cinco por ciento que no la supera que tendrá que repetirla si quiere acceder a estudios universitarios. Cómo, también, exigirle algo a esos alumnos que ahora en Secundaria andan de recuperaciones, salvando el curso. En definitiva, ... cómo mantener el discurso académico en los términos de suspensos y repeticiones sin esperar que nuestros estudiantes se manifiesten con el ánimo de «excepcionar la aplicación de normas plenamente vigentes» como así ha aprobado el Congreso con la amnistía. Sería justo, pues, reclamar un aprobado general, algo que ni siquiera, con esta contundencia, se dio durante la escolarización en casa de la pandemia. Hay que reconocer que mejoraría la convivencia en los centros, y sin duda en los hogares, en aquellos en los que los malos resultados es motivo de disputa y regañina.
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Claro está que no hay gobierno que dependa de los escaños y votos de estos estudiantes trastabillados, así que no es de esperar tal aprobado general y las calificaciones tendrán que ganarlas a pulso los alumnos. Hoy, digo, comienza la Selectividad y ayer terminó el plazo de solicitud en la Formación Profesional. Este junio es el mes de las grandes decisiones de futuro para miles de jóvenes valencianos. Las calificaciones constriñen el poder, y la voluntad decide el querer. No obstante, las notas de corte nos dejan bien claro que el tópico de querer es poder es una falacia.
La selectividad es lo urgente, la elección de estudios es lo importante, si bien, quitemos presión, es lícito rectificar a lo largo de la vida. En esto solo me atrevo a dar un consejo, sin pretensión de ser más válido que cualquier otro: basa la elección en el empleo al que te gustaría dedicarte y no tanto en el estudio. Proyectar un sueño profesional, ¿dónde me veo en diez, veinte años?, y escoger la carrera que te encamina en esa dirección.
Más allá de vocaciones e intereses personales, cito tres aspectos que impactan en el futuro del empleo. El primero, la relevancia de las ciencias y tecnología sobre las humanidades. Si me permiten, la antigua jerarquización entre universidad y FP se ha trasladado a la dicotomía entre ciencias y letras, con una destacada y promocionada tendencia a favor de la primera. Se observa en los estudios más demandados, en la universidad y en la FP, y en la más rápida y con mejor salario inserción laboral de egresados.
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La Inteligencia Artificial, que por ahora genera más especulaciones que certezas, es otra tendencia y algo paradójica: exige científicos y tecnólogos aunque también los sustituye. Todavía no es tan evidente que la IA venga a realizar solo las tareas reiterativas y no las creativas. Incluso las que parecen exclusivas de los humanos, la interacción social, pueden simularse si son intermediadas por un dispositivo. Quién sabe si cuando la máquina escriba su propio código, la necesidad social será una formación humanística que desarrolle la ética robótica.
Hay otra tendencia, que quizás por aburrida atraiga menos debate, que es el simple recambio tras el retiro cercano de la generación más numerosa. Hay multitud de empleos sin cubrir y si bien en ocasiones es por formación, la falta de especialistas, también influyen otras causas como no conseguir atraer a nuevas generaciones de trabajadores, sea por las condiciones laborales sea por el escaso atractivo de la profesión. Tras lograr la amnistía, Puigdemont exige investirle presidente. Quizás pedir el aprobado general es poco, y la equivalencia justa esté en que todos los bachilleres entren en Medicina.
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