Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia

La repetición de curso baja a mínimos, titulaba LAS PROVINCIAS esta semana, como también está a mínimos el porcentaje de alumnos de cuarto de la ESO que apueba el curso con todas las asignaturas aprobadas. En el último curso antes de la pandemia, por ejemplo, ... el 66,2% de los estudiantes valencianos acabaron la ESO con todo aprobado. El último dato, de 2022, baja al 60,7%. En cambio, el total de graduados se mantiene en el 86,3%, el mismo que en el curso 18-19 que decíamos.

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Es decir, lo que se ha disparado es la titulación con alguna asignatura suspendida, que en una década se ha duplicado y algo más: ha pasado del 11,9% en el curso 2012-13 al 25,6% en 2021-22. Y ahora llega la Lomloe, y aquello de que pasar de curso no dependerá del número de suspensos disparará todavía más este porcentaje.

Este es el panorama. Se fuerza la reducción de la repetición, porque si bien es cierto que está en mínimos también sigue mayúscula en comparación con el resto de países europeos. Sin embargo, los suspensos siguen disparados porque -también acabamos de conocer PISA- los alumnos no aprenden más que antes, si acaso menos. Al final de la etapa hay que dar salida y eso significa dar los títulos con asignaturas suspendidas. También en Bachillerato. La otra opción era eliminar directamente el título de la ESO, como apuntan algunos.

Podemos seguir engañándonos. Más bien, continuar limando con las normas y las costumbres las asperezas de la realidad educativa que es que lo que entendemos por una buena enseñanza, es decir, contenidos, instrucción, currículos, asignaturas, razonar, etcétera, deja fuera a gran parte de nuestros adolescentes. Sea porque nuestra expectativa escolar como sociedad adulta ya no cuadra con las actuales generaciones, sea porque éstas no reciben las herramientas para afrontar con éxito la enseñanza obligatoria que hemos diseñado los adultos. Nuestras estadísticas no tienen demasiado sentido, pero podemos continuar sin apretar la alarma porque el suspenso ya no significa demasiado, y pasamos de curso o damos títulos con la laxitud necesaria.

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Hay una cifra que ejemplariza lo dicho y que llama mucho la atención. Solo el 50,1% de los chicos valencianos que estudian cuarto de la ESO en los institutos públicos titula en la ESO con todas las asignaturas aprobadas ¡El 50,1%! Si quitamos a los chicos que ni siquiera llegan a este curso, abandonan los estudios antes o ya han pasado a la FP Básica, significa que menos de la mitad de los chicos aprueba en limpio la enseñanza obligatoria ¡Menos de la mitad! Ya podemos dar títulos a mansalva, los que aprueban todo ya son una minoría.

Me dirán que elijo las variables negativas: chicos y en la pública. Contrataco, ¿podemos darnos palmadas en la espalda cuando ser chico (o chica si fuera el caso) y estudiar en la pública se consideran hándicaps escolares? En principio, no deberían ser variables de vulnerabilidad académica. Otras voces echarían en cara que es que en la escuela privada, concertada o no, se «regalan» los aprobados. ¿De verdad que la solución pasa por el endurecimiento del aprobado sin más? En cualquier caso, la diferencia estadística entre pública y privada al respecto está más en la atención y coordinación que en el nivel.

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No hay ventaja para ningún politico ni agente escolar que le lleve a luchar contra el suspenso si es a costa de empeorar las tasas de titulación. A promocionar la exigencia si empeoran las estadísticas. Igual que la economía dejó atrás el patrón oro, la escuela comienza a olvidar el patrón aprobado.

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