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La consulta de la lengua base no ha cambiado nada, porque ha dejado una foto fija de preferencias lingüísticas que se intuía, por zonas y ... titularidades, que dan un conjunto complejo y diverso que no es más que cómo somos. La consulta, también, ha cambiado todo, porque lo anterior era una intuición que cada partido usaba a su provecho, y no es lo mismo que lo digan ellos que los ciudadanos. Hasta ahora la atención estaba en el valenciano -o en el castellano-, y la consulta de lo que va es de los valencianos. Los partidos defensores de la inmersión o de la lengua única española no defienden lo que somos -que es lo que sale en los resultados- sino lo que ellos quieren que seamos.
Se pretende imponer el relato de que el resultado, con una preferencia por el valenciano mínimamente superior a la del castellano, ha sido un búmeran contra la Conselleria, si bien no sé por qué. El PP y el PSPV-PSOE son los partidos que navegan en esta complejidad, aunque hay una rama popular alicantina que en esto se acerca más a la postura de VOX que a la del presidente de la Diputación de Valencia, que pidió el voto por el valenciano. Como en el PSPV-PSOE también hay posiciones más dirigistas en materia lingüística. No somos una comunidad monolingüe como nos insisten nacionalistas de uno y otro bando. Lo que pasa es que las preferencias se dividen por mitades, y sus aspiraciones de voto se concentran en una u otra parte.
La clave de la consulta, no obstante, no es este reparto equitativo, porque el plano autonómico no significa nada. El éxito está en el porcentaje de familias que logren escolarizarse en la lengua de su preferencia. Es decir, de ese 60% que ha votado, los que lo hicieron por la lengua que ha obtenido menos votos en el curso y no llega al mínimo exigido para crear una unidad en dicha lengua minoritaria, junto con los que no tengan puntos y acaben rellenando una unidad de lengua minoritaria a pesar de haber votado otra cosa. Es el grado de demanda insatisfecha lo que medirá el éxito o fracaso de esta consulta. Por ejemplo, Stepv ya ha adelantado que la consulta ha sacado a la luz una demanda de valenciano que quedaba oculta en la época de las dobles líneas lingüísticas. Calla la demanda insatisfecha de castellano que zarandeó la Ley de Plurilingüísmo.
En este punto es donde no se entiende el 40% de abstención. Es cierto que un 60% de votos es similar a la participación en las elecciones sindicales en la ESO, y nadie duda de su representatividad, pero es que aquí no se busca una mayoría sino una preferencia individual. Y estamos decidiendo la educación de nuestros hijos, así que un poquito de interés es exigible. Hay un porcentaje, cierto, que no ha podido votar, y la Conselleria tendrá que corregir lo sucedido en Especial, por ejemplo. Pero aun así, demasiada dejadez dentro de ese 40%. Yo soy de la opinión que el voto, como los impuestos, debería ser obligatorio. Si se refiere a un hijo, la familia tiene una exigencia moral por mucho que no la haya administrativa ¡Cuántas quejas nacerán de esta abstención y qué innecesario!
No crea nadie, sin embargo, los mensajes apocalípticos sobre la desaparición escolar de alguna de las dos lenguas, porque se vote lo que se vote todos los alumnos seguirán estudiando valenciano y en valenciano, castellano y en castellano. La distancia entre una y otra, en las zonas valencianohablantes, no será mayor que de dos asignaturas no lingüísticas, por lo que es posible que la procedencia y dedicación del alumno marque más la diferencia en el aprendizaje que la elección de la lengua base.
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