Puede parecer que nos hayamos olvidado desde la pandemia, con la aglomeración de nuevas exigencias educadoras a las escuelas y la alarma sobre la salud mental de los adolescentes, pero aquí hemos venido a hablar de mi libro, y en la escuela los libros son ... los de texto, es decir, lo instructivo. Y sobre el tema, la gran parte de asociaciones y entidades que tienen que ver con las matemáticas y su aprendizaje han criticado el proyecto de orden sobre los nuevos planes de estudios para los maestros del Ministerio de Universidades.
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La última, la Federación Española de Sociedades de Profesores de Matemáticas (FESPM) que ha calificado de «insuficiente» el proyecto ministerial. Señala que la propuesta reduce a 6 créditos los dedicados a la formación en matemáticas y su didáctica, mientras que la configuración habitual hoy en día se sitúa en torno a 18 créditos. «Con el diseño propuesto se vería reducida notablemente la dedicación a la formación en matemáticas y su didáctica, con la falta de adquisición de las competencias matemáticas». Y recuerda la entidad que con esto de la enseñanza competencial de la Lomloe, la necesidad en la formación de los futuros maestros es todo lo contrario.
La crítica sobre la escasa formación matemática en Magisterio no es nueva. Hace una década, un informe ya destacaba la diferencia que producía en el rendimiento académico del alumnado las diferencias de formación matemática de sus maestros. Se trataba del Estudio Internacional sobre la formación inicial en matemáticas de los maestros (TEDS-M) elaborado por la IEA (Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo). Esta entidad es la que elabora los estudios PIRLS (Lengua) y TIMSS (Ciencias y Matemáticas), que son menos conocidos pero viene a ser como el Informe PISA de Primaria, y en el que también España obtiene unos resultados discretos ya a los 10 años.
Más actual, de 2020, el Libro Blanco de las Matemáticas de la Real Sociedad Matemática Española y la Fundación Ramón Areces afirmaba, entre sus conclusiones, que «se observan preocupantes deficiencias en la formación del profesorado de Matemáticas que se incorpora en el sistema educativo. Algunos de ellos proceden de áreas totalmente ajenas a las matemáticas y, en consecuencia, con poca formación en nuestra área de conocimiento. La situación se agrava aún más con la escasa formación matemática del profesorado de Primaria».
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Es una discusión histórica, si en la formación inicial de Magisterio es más importante la pedagogía o los conocimientos de la materia. De hecho, es una polémica que Podemos pretende resolver en Secundaria creando un grado general para la etapa, en contraposición con la distribución entre especialistas. El error es hacernos elegir y dejar de aspirar a tenerlo todo.
Hay dos retos importantes. Esta semana que se celebra el Día de la Mujer, el primero es explicarnos por qué de las diferencias de rendimiento en Matemáticas por sexo, cuando no debería haber causa que lo justifique. El segundo desafío es todavía mayor: reducir la distancia con el desempeño de los países asiáticos. En un entorno de competitividad tecnológica y científica, no podemos perder talento que se autoexcluye por aversión a los números ajena a su capacidad.
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Y en lo referido a la escuela, ésta cada vez tiene más difícil atraer talento matemático que quiera impartir clases, por el éxito laboral que estos titulados encuentran en el mercado de trabajo. El Ministerio de Universidades podría escuchar las recomendaciones de las asociaciones matemáticas sobre Magisterio.
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