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JOSÉ MARÍN
Estado de la educación

Los que se quedan fuera

Las notas de corte dejan muchos estudiantes sin opción de continuar sus estudios en un abandono temprano por exclusión que hay que intentar mitigar

Martes, 8 de agosto 2023, 00:02

Agosto es testigo de la faceta más cruel del sistema educativo pero como también es el mes de vacaciones, no hay nadie para atestiguarlo. Cada afectado lo vive en soledad o, a lo sumo, en familia, en espera que en la reanudación de septiembre el ... viento sople más favorable. Ni que decir tiene que agosto es ahora más amable desde que se adelantasen las recuperaciones o directamente se hayan eliminado. Muchos recordarán los veranos adolescentes con toques de queda para estudiar antes de ir a la playa.

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Agosto es cruel para los desempleados invisibles, que no salen en las estadísticas por ser fijos discontinuos ya que no hay temporales. Aunque para ellos, les puede dar un poco igual el nombre que se le pone a una evidencia histórica de este ámbito laboral: la doble categoría de trabajadores, de los muy muy protegidos a los que se les echa en cara sus largas vacaciones a los temporeros de la tiza en un curso escolar que se comprime más y más.

No obstante, la gran crueldad del sistema educativo es para el alumnado excluido, porque en estas semanas comprueba que toda la fanfarria de la obligatoria no era precisa. Que aquello de que la escuela es universal, igualitaria, integradora, de todos y para todos, etcétera, tiene como la luna una cara oculta, o que se menciona poco. La escuela es también restrictiva y selectiva, y la educación segregadora, lo cual significa que unos entran y otros pueden quedar fuera, y que a mayor nivel formativo mejores condiciones laborales y de vida futuras.

Las notas de corte en los ciclos formativos de la Formación Profesional y de la universidad dejan a muchos estudiantes en espera, a ver si a la vuelta del verano corren las listas de espera. Esto no es nada nuevo, pero vale la pena pararse a ver lo que sucede en los ciclos de FP de Grado Medio que, de alguna manera, son la estrella de los últimos cursos. Su crecimiento está siendo notable, aupado por, un lado, la reducción del abandono educativo temprano que provoca que más jóvenes superen la Obligatoria para seguir estudiando. Por otro, una alergia escolar, cuya prevalencia aumenta, que nadie se me moleste, al Bachillerato. El resultado es que se elevan las notas de corte, quedan más chavales sin plaza y, por perfil socioeconómico del estudiante, la opción de la privada no es tan factible como en etapas superiores.

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Hay que entender que esto provoca un abandono educativo temprano por exclusión, chavales que han terminado la ESO como toca, pero no lograrán el nivel mínimo de FP ni Bachillerato por no encontrar hueco. Adolescentes de 16 años que dejan de estudiar por no entrar en ninguna opción. Cierto que siempre podrán seguir Bachillerato en su instituto pero, ya digo, este consejo no tienen interés en escucharlo.

Hay tres acciones para reducir esta selección escolar. Insistir en ampliar la oferta territorializada de FP, porque en esta etapa los alumnos no se van a estudiar fuera. Segundo, mejorar la orientación. Se mantiene la desconexión entre estudios y mercado laboral. En FP de Grado Medio, los ciclos de Informática, Sanidad y administrativos copan más del 50% de la matrícula, mientras la industria y otros sectores productivos claman por encontrar trabajadores cualificados.

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Y, por último, cómo llevar a lo público el acompañamiento que buena parte de los jóvenes que no han logrado plaza necesitan para encontrar una alternativa. Hoy en día el sistema tiene múltiples opciones -más si se suma el ámbito de la formación para el empleo-, pero ni todas las familias las conoce ni tienen las competencias para encontrarlas.

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