Urgente El Euromillones de hoy viernes deja un nuevo millonario en España

Son ya casi veinte años de pleitos por el mastodonte construido en el paraje de El Algarrobico, en Carboneras, dentro del parque natural del Cabo de Gata, en la provincia de Almería. Todos tenemos la imagen de la horrible mole en primera línea de playa, ... de su nula integración en el entorno y de la agresión paisajística y medioambiental que representa. Jamás se debería haber levantado dicho complejo. Lo último que ha declarado el Tribunal Supremo es que la licencia municipal de obras es aún «plenamente legal», rechazando el recurso que presentó Greenpeace. El riesgo de que el viejo hotel Sidi Saler acabe igual es muy evidente. La alcaldesa Catalá no quiere derribarlo, que era la intención del anterior equipo de gobierno del Ayuntamiento de Valencia. Está abierta a la propuesta de la asociación de vecinos para darle un uso como residencia de personas mayores. La posibilidad de que semejante proyecto se vea envuelto en un conflicto ante los tribunales y se alargue el destino del edificio -cerrado desde 2011 y que acusa el deterioro que provoca la falta de uso- es muy real. El Sidi puede convertirse en otro Algarrobico, varado durante años, décadas incluso. Y encima, con la amenaza de la regresión de esa parte del litoral. La comparación también podría ser con el nuevo Mestalla, que de nuevo ya no tiene nada y que suma dos años más de abandono, desde la paralización de las obras en 2009. El destino más razonable para el viejo hotel era y sigue siendo el derribo. No es precisamente una joya de la arquitectura que convenga conservar. No tiene nada que ver con el Parador de El Saler. Y no se puede argumentar que el polideportivo también se cerró y demolió y está como está. Que en ese caso no se hayan hecho bien las cosas no significa que en todas partes vaya a ser igual. Es posible derribar y regenerar. Es lo que toca en una zona que es parque natural y que soporta una presión urbanística excesiva. Con los bloques de apartamentos no es posible hacer nada, hay miles de propietarios que no tienen culpa de que el tardofranquismo emprendiera un proyecto completamente disparatado en un hábitat que se debería haber conservado libre de edificaciones. Pero allí donde sea posible, la naturaleza tiene que recuperar su espacio, lo que le arrebató el hormigón. El Sidi es un elemento extraño en una playa única. Que bastante tiene con aguantar los temporales que hacen que la línea de costa se adentre en la Dehesa. Conservarlo no tiene ningún sentido y lo más que puede suceder es que dentro de veinte años sigamos viéndolo como está pero más deteriorado, mientras los jueces deciden qué hacer con él. Como con el Algarrobico.

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