La sabiduría popular asegura que más vale caer en gracia que ser gracioso. Ya no existe la sabiduría popular. Ahora todo el mundo es un premio Nobel incomprendido. Todos afirman saber de todo, nadie acepta su condición de lego en una materia. El otro día, ... en ese gran basurero de inmundicias que es X (tampoco es que el resto de redes sociales sean mejores, no vayan a creer que son un anti-Musk, todo lo contrario, cada día me cae mejor) encontré un vídeo de una mujer que 'informa' a la humanidad que del garaje de Bonaire se sacaron decenas (¿por qué no centenares?) de cadáveres en furgonetas, ocultos, para que no nos enteremos. La conspiración... Lo que antes era Twitter es como un gran rastro dejado caer en mitad del gigantesco vertedero de Dos Aguas. Si buscas y escarbas, puedes acabar descubriendo algo que te interese. Pero tienes que ser capaz de aguantar el insoportable olor que produce la acumulación de desechos. Decía que más vale caer en gracia que ser gracioso. No sé si José María Ángel, el flamante comisionado del Gobierno para la reconstrucción de Valencia, es gracioso pero sí que sé que cae en gracia. Hasta su homólogo autonómico, el teniente general Gan Pampols, lo ha recibido con la cortesía, y el buen estilo que le caracteriza: «Es una persona excelente». También es cierto, no nos engañemos, que si eres de izquierdas, sobre todo del PSOE, tienes más posibilidades de caer bien que si eres de derechas. Hablo de cómo te recibe el 'establishment', los poderes fácticos mediáticos, culturales y sociales. Imaginemos por un momento que un dirigente del PP -ni te cuento ya si fuera de Vox- soltara las barbaridades que habitualmente lanza Joan Baldoví desde la tribuna de Les Corts. Impensable. Sin embargo, el nacionalista goza de buena prensa. O gozaba. Más en Madrid, y en Barcelona, que en Valencia. Ya saben, el cliché del valenciano simpático y fallero, que cocina paellas y dispara petardos. Pero yo he venido a hablar de mi libro. Y mi libro, hoy, se titula 'Ángel (José María) tiene ángel'. No tanto de la guarda, que también, como la segunda acepción del diccionario de la RAE: «Gracia o encanto». Debe de ser eso, me digo. Porque no es lógico que nadie le haya echado en cara el suceso del tren de Bejís, el convoy que estuvo a punto de meterse en el voraz incendio forestal porque no se avisó a Renfe de que había que parar la circulación ferroviaria. Un error que pudo costar vidas y del que ha salido indemne el entonces secretario autonómico de Seguridad y Emergencias y nuevo comisionado para la reconstrucción de Valencia.
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