Lo llaman el doctor milagro. El valenciano Pedro Cavadas es, sin duda, el médico español más mediático. No porque lo busque, que creo que no ... es el caso. No lo necesita. Ni por sus entrevistas, siempre interesantes. En la última, en TVE, dejó un titular memorable cuando le preguntaron qué recetaría a la política española: «Le aplicaría la eutanasia porque está muy enferma». ¡Bummmmm! Aunque a mi me interesó mucho más su reflexión sobre el problema más grave al que se enfrenta la humanidad: «Una gran pandemia de superpoblación que genera flujos migratorios imparables». Pero lo de «doctor milagro» viene por sus intervenciones quirúrgicas. En internet se puede seguir el rastro de algunas de ellas, ciertamente asombrosas. Un trasplante de antebrazos y de manos a una mujer que llevaba 28 años sin estos miembros, el reimplante de un pie amputado, una reconstrucción facial tras un neurofibroma que habría desfigurado el rostro de otra mujer... No es ningún milagro, podría contestar él a su apodo, es que me atrevo con casos que otros darían por imposibles. El vicepresidente Gan Pampols ha pedido paciencia ante las labores de reconstrucción tras la dana: «No esperen milagros porque en esto no existen». Declaración cargada de sensatez y que llama aún más la atención en los tiempos del populismo que vivimos... y sufrimos. Porque el populismo, -no me cansaré de recordarlo- es eso, prometer soluciones fáciles a problemas complejos. La vivienda, las pensiones, el cambio climático, el paro juvenil... El de la dana no es que sea complejo, es que es casi la madre de todos los problemas. Cómo reconstruir una provincia que en gran parte de su territorio ha quedado arrasada, cómo ayudar a las empresas afectadas pero también a los particulares que han perdido su vivienda o su vehículo, o las dos cosas. Cómo reparar las infraestructuras dañadas en el menor tiempo posible. Cómo regenerar los espacios naturales (la Albufera, las playas...). Y todo ello con unos fondos limitados. Y con un Gobierno de distinto signo político al del Consell, lo que provoca fricciones, cruce de acusaciones y escasas o nula colaboración. No, Gan no es «el doctor milagro» sino un militar con prestigio y experiencia que puede aportar su saber hacer en un momento crítico de la historia de Valencia. Eso sí, puede que necesite algunas de las habilidades quirúrgicas de las que hace gala el cirujano en el quirófano durante sus intervenciones reconstructivas. Especialmente de una paciencia infinita para soportar la galería de bobadas procedentes de la clase política.
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