Directo Sigue el minuto a minuto del superdomingo fallero

Carlos y Álex ya me habían contado el jueves por la noche lo que estaba pasando y en lo que ellos mismos habían participado, cómo ... se habían movilizado los jóvenes, la recogida de alimentos y de ropa en Mestalla, los grupos organizados para ir a limpiar y ayudar en lo que se pueda. Ayer, a primera hora de la mañana, al ir hacia la redacción, lo comprobé. Los que venían en el 71 y se bajaron al final de Tres Forques para cruzar el nuevo cauce, los que hicieron trasbordo en Jesús con un autobús que los acercara a La Torre, los que esperaban en la calle Xátiva, la chica que pasó por la parada con sus botas altas y su mochila, en contraste con una pareja que venía de fiesta, de Halloween, con las orejitas postizas y unos disfraces que en esta ocasión, en tan trágicas circunstancias, resultaban especialmente patéticos... Todos los que vi, cargados con escobas o palas para retirar el barro de las calles. Recordé el 82, la riada de mi generación, y pensé en la del 57, la de nuestros padres. En todas, los veinteañeros dieron un paso adelante para arrimar el hombro. Lo sé, no soy ingénuo, con eso no se soluciona el problema, hacen falta medios, máquinas excavadoras, camiones que carguen escombros y muebles, grúas para los coches. ¿Dónde está el Ejército? ¿Quinientos militares más dice usted? ¿Cómo que quinientos? ¡Cien mil harían falta! A todas las autoridades, las autonómicas y las centrales, les ha faltado agilidad en esta tragedia, unos para visar a la población, los otros para suxiliarla. Pero al menos, entre tanto desastre, en medio de miserias humanas difícilmente asumibles, como la de los desalmados que se dedican al saqueo, quedémonos con esos cientos, miles, de jóvenes que ayer se pusieron a quitar barro allá donde pudieron llegar. Es un buen punto de partida, aunque sea más emocional que práctico, para iniciar la necesaria recuperación. Es a ellos, a la generación de nuestros hijos, a quien, sobre todo, les toca la inmensa labor que tenemos por delante.

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