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Del Holodomor a la tecnocasta

Siempre hay un malo al que echar la culpa, un enemigo de la revolución. Hace casi un siglo, los 'kulaks', y ahora Estados Unidos o las multinacionales tecnológicas

Pablo Salazar

Valencia

Sábado, 8 de febrero 2025, 00:00

Vuelvo a 'Hambruna roja', de la gran Anne Applebaum. Les pongo en antecedentes: década de los 30 del siglo pasado, en la URSS; los campesinos ... ucranianos (en aquel entonces Ucrania no era un estado independiente) se mueren de hambre; la colectivización agraria impulsada por Stalin ha provocado que gran parte de los campos no se cultiven, y los que lo hacen no dan las cosechas previstas; el régimen comunista se dedica entonces a ir casa por casa a llevarse el grano acumulado en las granjas y en los hogares, incluso los alimentos y hasta los enseres personales que puedan venderse para obtener comida a cambio; en definitiva, condena a la inanición, y por tanto a la muerte, a millones de personas; pero -siempre hay un pero- el partido lo justifica en que no han cumplido lo que se esperaba de ellos, no han trabajado como deberían, son contrarrevolucionarios, 'kulaks' (pequeños propietarios, perseguidos hasta su exterminio), asquerosos capitalistas que se quedan el alimento que es de todos, no es suyo; en definitiva, bien muertos están. Hombres, mujeres, niños, ancianos, familias enteras. El Holodomor, un genocidio. Como digo, siempre hay un culpable, una excusa, un responsable al que echar la culpa de la desgracia. Hace una semana, la comunista Irene Montero estuvo en Cuba, rindiendo pleitesía al dictador Díaz-Canel y al régimen que encarcela a los opositores y condena al pueblo a la miseria. Lejos de reconocer los errores y de ejercer la autocrítica, la amistosa reunión sirvió para que la ex ministra denunciara «el bloqueo criminal» de Estados Unidos sobre la isla. Y con ello, asunto resuelto. Siempre hay un malo sobre el que cargar la culpa. El imperialismo yanqui, el colonialismo español, la ambición del hombre blanco, la delimitación de fronteras por las potencias europeas... O ahora, para Sánchez, la «tecnocasta», con la que al parecer se acaba de desayunar. Debe de ser muy relajante ser de izquierdas. Desestresante incluso. Porque además de sentirte moralmente superior y de estar en el lado bueno de la historia (según nuestro -es un decir- presidente del Gobierno) puedes recurrir cuando vienen mal dadas a un chivo expiatorio. «Lo hacen todo por la pasta», ha bramado el dirigente socialista. Qué canallas, ¡malditos capitalistas! Dichosos empresarios, 'kulaks' 2.0 que en lugar de guardarse el grano de las cosechas, hacen negocio con las redes sociales. Casi un siglo después, los escenarios son otros (aunque Ucrania sigue de actualidad por otras causas no menos trágicas) pero el manual de la buena izquierda -sea socialista, sea comunista- sigue siendo el mismo.

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