En tiempos de polarización extremista, el modelo te obliga a tomar partido, sin matices, sin posibilidad de explicarte, apenas sin argumentos. O estás conmigo o ... estás contra mí. Si, como es el caso, te parece que Pedro Sánchez es un personaje inquietante, que está tensionando las costuras del traje democrático español y que su periodo de Gobierno es ya -con permiso de Zapatero- el más siniestro de los últimos cincuenta años, no puedes decir que hay medidas que van en la dirección correcta, como el incremento del salario mínimo. O todo bien o todo mal. Con Trump, este proceso perverso es aún más evidente. Si eres 'trumpìsta, como Vox, te tienes que callar ante la imposición de aranceles a la Unión Europea, y por tanto a España, o ante la eliminación del español en la web de la Casa Blanca. Todo fenomenal, si lo ha hecho él por algo será. Y si eres anti Trump, entonces no puedes reconocer que tiene parte de razón en alguno de sus 'análisis' (Trump y análisis en la misma frase es como aquello de Pío Baroja con el periodista de 'El pensamiento navarro' que lo abordó para hacerle unas preguntas, «¿pensamiento y navarro? Imposible»). Como lanzar un ultimátum a la vieja y decadente Europa: la defensa del continente no puede seguir siendo cosa nuestra, de los Estados Unidos, que ya os sacamos las castañas del fuego en la Primera y, sobre todo, en la Segunda Guerra Mundial. Así como durante la Guerra Fría. Y mis ciudadanos, ha venido a decir el presidente norteamericano, ya están hartos de que gastemos tanto en nuestras Fuerzas Armadas, mientras los países europeos -que dedican mucho menos- disfrutan de mejores sistemas sociales y de infraestructuras más modernas y eficaces. Como el nombre del partido radical que triunfó en las europeas (¿qué fue de él, sigue existiendo?), se acabó la fiesta. Si no queréis que los herederos del Ejército Rojo se planten en los Campos Elíseos o en el Paseo de la Castellana, ya estáis invirtiendo más en armamento. ¿Qué ha hecho España ante el desafío? Anunciar que va a ir incrementado la partida presupuestaria destinada al Ministerio de Defensa hasta llegar al 2% del PIB... ¡en el año 2029! O por expresarlo de otra manera: en lo que queda de legislatura, sea lo que sea, voy a ir trampeando y ya si eso el que venga después que arree. En resumen: Trump es un zafio, bravucón y arrogante que encima viste como un perfecto garrulo, con cazadora, corbata roja y gorra del mismo color, como en Daytona. Pero Pedro Sánchez no es mejor. Poco ilustrado, chulo, ególatra y, lo peor de todo, profundamente irresponsable.
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