Hay organismos públicos aparentemente tranquilos, ajenos al debate político, a la polarización que lo contamina todo. Un ejemplo: el Instituto Cartográfico Nacional. ¿Quién es el director del Instituto Cartográfico Nacional? No tengo ni idea. Consulto al señor de los 100.000 millones de dólares de ... beneficios y me informa que es un tal Lorenzo García Asensi, natural de Águilas, provincia de Murcia (por lo que no creo que sea familia de nuestro Enrique García Asensio). Un funcionario (ingresó en el Cuerpo de Ingenieros Geógrafos en 1985) que ha ido subiendo peldaños en la Administración. Veamos otro caso: ¿quién era el anterior presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar? No me acuerdo, no lo sé. Vuelvo al multimillonario -¿será «tecnocasta»?- y veo que era un tal Manuel Alcalde. En febrero de 2021, Miguel Polo, hasta entonces comisario de Aguas de la Confederación, lo sustituyó en la Presidencia. Seguramente, Polo jamás pensó que se vería en una situación como la que está viviendo. Antes al contrario, se imaginaría como un director del Instituto Cartográfico Nacional -¿cómo dices que se llamaba?-, un puesto tranquilo, sin exposición ante los medios. De la CHJ oíamos hablar en épocas de sequía cuando pasaba información del estado de los embalses. Y de vez en cuando, por las críticas de los alcaldes por no limpiar de cañas los cauces de los ríos. En definitiva, una canonjía. A no ser, claro, que se desmorone una presa, como la de Tous, en 1982. O que se desborden los barrancos, en la peor inundación en España del siglo XXI, como el 29 de octubre de 2024. Entonces, todos nos acordamos de la Confederación del Júcar, de ese gran edificio de Miguel Colomina en la avenida Blasco Ibáñez. Y luego este periódico empieza a publicar toda la información sobre el ya incuestionable apagón informativo que se registró en estas dependencias, por la razón que fuera, porque estaban prestando más atención a Forata, porque fue todo muy rápido, porque no se valoró como merecía. Ahora, Miguel Polo -que se ha quedado mudo- debe de estar preguntándose, ¿por qué aceptaría yo el cargo con lo bien que estaba como comisario de Aguas? Al final tendrá que dar ante el juez las explicaciones que niega a los medios. No lancen las campanas al vuelo en el Palau, que el papelón de Polo y su equipo no va a servir para exculpar a Mazón. Pero tampoco quiera la todavía ministra Morant hacer de la tragedia la catapulta que la impulse. Porque si aquel maldito día falló Emergencias, y el CECOPI y el mismísimo president, tampoco el Gobierno estuvo a la altura de las circunstancias.

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