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Programa de Fallas en Valencia de hoy: mascletà, castillo, toros, verbenas y discomóviles
JESÚS SIGNES
No nos quieras tanto, New York Times

No nos quieras tanto, New York Times

El riesgo de morir de éxito se dispara cuando te señalan desde todas partes como el destino ideal

Pablo Salazar

Valencia

Viernes, 14 de marzo 2025, 23:59

A los más jóvenes les sonará a historia de señor mayor que seguro que ya no se acuerda bien de las cosas y fantasea con ... lo vivido pero lo cierto es que hubo un tiempo en Valencia, y no hace tanto, en que los turistas por la ciudad eran una excentricidad, casi una noticia. Como aquella vez en que vi a un chino -¿sería más correcto decir oriental?- hablando por el teléfono móvil mientras circulaba en bicicleta y pensé: vaya, en mi niñez esta imagen hubiera sido imposible porque no había chinos en Valencia, no existían los teléfonos móviles y las bicicletas, como en la novela, eran para el verano, no para cualquier época del año. No echo de menos aquella época. A pesar de su población, de su peso económico y de ser la capital de la autonomía, jugábamos en la segunda división. Recuerden la pintada durante los fastos del quinto centenario del descubrimiento de América, 'España 92, Valencia 0'. O el cartel a la entrada por la avenida de Cataluña, 'Visite Valencia en 3 horas'. Ahora, gracias al Palau de la Música y al IVAM, al jardín del Turia y al paseo Marítimo, a la Ciudad de las Ciencias y al Palacio de Congresos, a Ruzafa y al Cabanyal, a la Lonja y a San Nicolás, al mercado Central y al de Colón, The New York Times -la biblia progre- se fija en nosotros y propone un itinerario de lugares imprescindibles a lo largo de 36 horas. Hemos multiplicado por doce nuestro tiempo de interés. El problema es que no se ha multiplicado por doce el número de visitantes sino por veinte o por cincuenta o por cien o por... La ciudad invisible se ha puesto de moda, para los Erasmus, para los italianos, para los jubilados europeos, para los protésicos dentales neozelandeses, para todo el mundo. La Valencia de los 800.000 habitantes y un casco urbano constreñido por la huerta que hay que proteger se queda pequeña para albergar a los hijos de sus hijos. Que se tienen que buscar la vida en los pueblos del área metropolitana o de comarcas fuera de su 'hinterland', a 50 kilómetros o más de distancia. El primer salto de viviendas fue del casco antiguo al Ensanche, el segundo del Ensanche a los nuevos barrios (Blasco Ibáñez, Benimaclet...), el tercero de estos a los polígonos de la avenida de Francia y Ademuz, el cuarto se fijó en los PAIs de Benicalap, Orriols, Patraix o Moreras y el quinto ya dejó el municipio y se fue hasta l'Horta y Camp de Túria. A este paso acabaremos colonizando las provincias de Cuenca y Teruel. Así que como todo tiene su medida y entre lo poco y lo mucho debe de haber un término medio en el que habite la sabiduría y hasta la felicidad, le digo al New York Times, no me quieras tanto, fíjate en otras.

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