El referéndum «diabólico»
El itinerario lingüístico de los alumnos valencianos debería ser el mismo para todos, desde Vinaroz hasta Guardamar del Segura
He dejado pasar unas semanas -con las Fallas entre medio- desde que se conocieron los resultados de la consulta sobre la lengua en los colegios ... para escribir al respecto. ¿El motivo para actuar así? No hacerlo en caliente, tecleando más con las tripas que con la cabeza. No he querido, por tanto, responder a las provocaciones gratuitas del nacionalismo que, por medio de su sindicato de la enseñanza, el STEPV, concluyó que las familias «imponían» el valenciano al Consell. O a la de uno de los presentadores estrella de TeleSánchez, un tal Marc Giró, que en su programa-mitin habló de «referéndum diabólico» (le faltó decir, no como el del 1 de octubre de 2017, que ese era celestial) y aseguró que la iniciativa «trata de laminar, a la manera nacional-católica, el valenciano de la aulas». La manera «nacional-católica»... Otro que vive anclado en un antifranquismo que, por edad, no conoció. La Generalitat del PP, según la izquierda y el nacionalismo (tanto monta...) quería imponer un criterio pero lo que hizo fue convocar una consulta para que los padres decidieran. Qué fascistas, ¿cómo se les ocurre? Las reacciones son tan infantiles y previsibles que no merecen mucha más atención. Tampoco la constatación de que los promotores del valenciano se movilizan más que los del castellano precisa de mucha más explicación, de tan evidente como resulta. A las pruebas me remito. Mucho más preocupante es una tendencia que he podido constatar hablando con varios padres que han votado. Y es que en muchos casos las familias valencianas han elegido el valenciano para sus hijos no porque crean que es mejor para su educación, no por motivos pedagógicos o prácticos, ni siquiera por convencimiento ideológico, sino porque es la manera de evitar a los hijos de inmigrantes. La respuesta inmediata ante dicha actitud será acusarlos de fachas -el eterno comodín-, pero en muchos casos no es así. Hay serios problemas de integración de familias procedentes de otras culturas y no querer reconocerlo es la mejor manera de conseguir que se cronifiquen. Vuelvo a lo que comenté en mi artículo anterior sobre este asunto, cuando aún no habían comenzado las votaciones. Sí a la democracia directa, a la participación de los ciudadanos, pero según en qué casos. El itinerario lingüístico de los alumnos valencianos debería ser el mismo para todos, desde Vinaroz hasta Guardamar, con una distribución entre las tres lenguas que garantice su competencia. El referéndum no era una buena idea pero no se puede acusar al Consell de poco democrático. En todo caso, de poco hábil.
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