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La revolución era esto

La revolución era esto

El podemista asalto a los cielos se ve que pasaba previamente por las camas, las propias y las ajenas, comportamiento por otra parte típico en las sectas

Pablo Salazar

Valencia

Jueves, 20 de febrero 2025, 00:04

El procedimiento de captación y de adoctrinamiento de las sectas varía. Pero al menos en las norteamericanas siempre incluye un elemento común, un factor muy ... característico. El líder espiritual, el hombre que va a salvar al mundo, el mesías que llevará a su pueblo hasta la tierra prometida, acaba invariablemente acostándose con casi todas las feligresas de la congregación. Curiosamente, con las más jóvenes y las más guapas. A las que, con su verbo fluido, logra convencer de la necesidad de entregarse a él no tanto por satisfacer sus instintos más básicos, de los que carece al ser un semidiós, como por la causa, siempre por la causa. Sea la que sea. Repasen el listado y comprobarán que no exagero lo más mínimo. El dinero y el ansia de poder mueve el mundo... con permiso del sexo. Que se lo digan a Podemos, que como todas las sectas venía a salvarnos pero cuya trayectoria se está viendo salpicada por los escándalos relacionados con la entrepierna. Y si en política hay algunos democristianos de los que se decía que eran cristianos de cintura para arriba y demócratas de cintura para abajo, a los líderes podemistas, o a algunos líderes podemistas, habrá que reconocerles que como asaltantes de los cielos no son gran cosa, pero okupando (con k) camas ajenas son unos auténticos fenómenos. El tridente Iglesias-Monedero-Errejón acumula casos y hasta causas que con otras siglas serían motivo de movilizaciones, denuncias y escraches. «Jarabe democrático» (Iglesias dixit) que se reserva para los fascistas y jamás se receta a los anti. Porque, ¡ay, hermana!, acuérdate, el feminismo nos lo hemos currado nosotras, las socialistas, no es de todas, bonita, ¿verdad, Carmen Calvo? Pues eso. Y lo mismo que los corruptos sólo son de derechas (lo que pasa es que los jueces, que también son unos fascistas, no persiguen sus tropelías y sólo se fijan en las de los dirigentes de izquierdas), los agresores sexuales no pueden ser progresistas, eso tiene que ser un error, te habrá equivocado, no te debió de empotrar contra la pared, Lola Sánchez Caldentey, ex eurodiputada que ha denunciado en las redes, que no en los juzgados, la forma de comportarse de Monedero. «Un salido» dice ella. Y tú no lo debiste de entender bien, Elisa Mouliaá. A Errejón, digo. Ni tú, Tania Sánchez, ex de Iglesias, enviada en su día al gallinero del Congreso tras perder el favor del líder supremo. La revolución, ya lo veis, debía de ser esto, el clásico y muy valenciano «folleu, folleu, que el món s'acaba», pero en versión progre y 2.0. Aunque a mí, qué quieren que les diga, me parece el típico comportamiento sectario y machista de toda la vida.

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