Tenía que pasar y ha pasado. Aquello, el traslado de la sede social del Sabadell y de Caixabank, fue un gesto. Un gesto que era ... un aviso a navegantes independentistas: ojo a las consecuencias económicas y laborales de vuestros actos, ojo que nosotros no os vamos a seguir, ojo que lleváis a Cataluña a la ruina y la depresión económica. Y en esos momentos, en pleno 'procés', fue un bombazo. Tres factores contribuyeron a descarrilar el tren soberanista: la fortaleza del Estado de derecho en España, el respaldo de la Unión Europea al Gobierno y la salida de las empresas y de los bancos. Fue un gesto que no ocultaba que las sedes operativas no se movían de sitio, es decir, que era más el ruido que las nueces. Pero sirvió, vaya si sirvió. Y ahora llega la marcha atrás. Una maniobra con trasfondo político-financiero, en plena OPA del BBVA. El Sabadell vuelve a Cataluña, lo que para Salvador Illa y para Pedro Sánchez es una buena noticia. Manda un mensaje de normalización, de que la comunidad autónoma que hace algo más de siete años peleaba por segregarse de España ha retornado a la senda constitucional. Y aunque sabemos que no es así, el brochazo grueso funciona. Sobre todo a un especialista en la manipulación y los bulos como es el presidente del Gobierno. Sabemos que no es así porque lo que está ocurriendo es que ya que Cataluña no se puede ir de España -¡gracias, Unión Europea, gracias jueces españoles!- se está sacando a España de Cataluña. Aumentando la cesión de competencias, aceptando un régimen fiscal a la carta, como el vasco, y eliminando los símbolos y la presencia española en territorio catalán. Pero para su relato de la normalización, la noticia de que el Sabadell vuelve a casa tras Navidad es música celestial. No sí para Valencia. Sánchez se ha decidido, por fin, a pisar suelo valenciano tras su espantada de Paiporta el día de los incidentes. Los retrasos del Gobierno central en las ayudas a los afectados por la dana se suman a la insensibilidad mostrada por el líder socialista y por su Ejecutivo con la tragedia del 29 de octubre. Para la historia queda aquel «si necesita más recursos, que los pida». Cataluña tendrá su cupo mientras la Comunidad Valenciana sigue a la cola en financiación autonómica. Y encima, la sede del Banco Sabadell dice adiós, una decisión en la que, a buen seguro, ha tenido algo que ver el Gobierno central. Cualquiera diría que el PSOE sanchista lo apuesta todo al rojo, a Cataluña, y que confía que al igual que en las elecciones generales de 2023 sea el voto catalán el que le permita salvar el match ball. Pero... ¿y Valencia?
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