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Lo prometido es deuda. Hablábamos ayer del cortijo que la izquierda montó hace muchos años -desde el franquismo- en los campus de las universidades públicas. ... Y que intentó trasladar a las privadas. Con episodios tan chuscos como el de aquel profesor conocido por su ateísmo y su militancia en la izquierda radical que consideraba injusto su despido ¡de una universidad de filiación católica! Pues bien, este dominio se queda corto si lo comparamos con el que ejerce en las televisiones, en las series, en el cine, en la cultura en general. Centrémonos en la tele. Sabido es que venimos de los ya lejanos tiempos de Felipe González en que se aprobaron las licencias de tres canales: Antena 3, Telecinco y Canal Plus. Vinculado este último al Grupo Prisa, el de El País y la SER. Fue a finales de los ochenta, antes de Internet y de la revolución que para las comunicaciones ha supuesto la red. Aquel panorama televisivo tiene poco que ver con el actual. El producto ya no se consume de la misma manera. Bien lo saben los responsables de À Punt, los de ahora y los de antes. En los años transcurridos desde el cierre de Canal 9 a la inauguración de la cadena pública, la transformación del medio había sido brutal. Las audiencias del pasado no volverán. La oferta se ha multiplicado y han aparecido nuevas formas de conectar con los potenciales espectadores. Pero en las llamadas «cadenas generalistas» sigue imperando la ley de la izquierda. Con excepciones, por supuesto, como los informativos de Antena 3. La pregunta surge de manera inevitable: ¿por qué en España no ha aparecido un canal, potente -con medios, con una inversión poderosa- de corte liberal-conservador? Estados Unidos lo tiene. Y no sólo eso. Como narraba el último número de XL Semanal, también dispone de un creador televisivo -Taylor Sheridan- que produce series «con un universo de personajes y valores que ha roto el monopolio ideológico demócrata que dominaba Hollywood». Personajes y valores. Aún recuerdo la polémica cuando se sugirió que se podía filmar una película sobre el marino español Blas de Lezo y un cineasta -que de alguna forma venía a representar al colectivo-respondió que por encima de su su cadáver. En España, lamentablemente, no es posible rodar un 'Master and commander' con una figura histórica. Y tampoco es posible competir contra la dictadura televisiva. ¡Y aún quiere Pedro Sáncheza otro canal más a su servicio, como si no tuviera bastante! La pregunta que hacía antes, la de por qué se registra una situación que no obedece a la realidad social, tal vez deberían contestarla los empresarios.
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