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Dos entrevistas de domingo. Una, en el periódico, con Antonio Caño, exdirector de El País y autor de un libro de reciente aparición sobre el ... dictador guineano Francisco Macías, «un monstruo y un español, nuestro hijo de puta». En la conversación, el periodista mostró su preocupación por la situación política española: «No tengo garantías sobre el futuro democrático de este país como las que tenía hace cinco años. Y hoy tengo incertidumbres que me inquietan. ¿Cómo va a ser el siguiente proceso electoral? ¿Cómo van a funcionar las instituciones para defender las libertades y los derechos de los españoles?». La otra entrevista, en el XL Semanal, con Steven Levitsky, politólogo, profesor de Harvard y autor junto a Daniel Ziblatt del exitoso ensayo 'Cómo mueren las democracias'. Se muestra contundente, «Estados Unidos está dejando de ser una democracia», pero atención a cuando el periodista le pregunta a qué tipo de autoritarismo se refiere: «Yo lo llamo 'autoritarismo competitito'; las instituciones democráticas formalmente permanecen, pero la sustancia democrática se erosiona. Todavía hay competencia democrática, pero es injusta, porque los gobernantes, usando recursos del Estado, manipulan el juego a su favor (...) habrá nuevas elecciones pero en ellas republicanos y demócratas ya no tendrán las mismas oportunidades». Bien, olvídense ahora que está hablando de Estados Unidos y de Trump y donde pone «republicanos y demócratas» pongan «derecha e izquierda». Es decir, aplíquenlo a España. ¿Lo ven? Cuadra a la perfección. Pero es que al repreguntar el periodista, «¿dónde se ven señales de todo esto?», el comienzo de la respuesta es aún más inquietante: «El presidente y el Gobierno sitúan a leales en organismos estatales como el Poder Judicial, los servicios de inteligencia o los organismos reguladores (...) Al mismo tiempo intentan someter o silenciar las voces críticas». Y ahora, añadan nombres de instituciones: el Tribunal Constitucional, la Fiscalía General del Estado, el CIS, RTVE, el Banco de España, las leyes para amordazar a la prensa... ¿Lo ven?, no hay tanta diferencia. Y otra similitud: desde la distancia resulta incomprensible que los americanos perdonen a Trump sus excesos verbales y consientan sus tropelías. La misma incredulidad que me asalta al comprobar que, al menos en las encuestas, el PSOE de Sánchez mantiene un notable apoyo, aunque siga por detrás del PP. Una sociedad anestesiada ante unos gobernantes infames que está degradando la democracia de sus países. ¿Hasta dónde? ¿Hasta cuándo?
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