¡Alerta, envejecemos!

Que uno de cada cinco vecinos esté jubilado da que pensar y mucho. En siete distritos ya nos acercamos peligrosamente al titular de uno de cada cuatro. Se trata del Ensanche, Zaidía, Benimaclet, Pla del Reial, Extramuros y Algirós. Este último ya tiene el 25,8% de todos los residentes en la categoría de pensionistas.

La primera pregunta es inevitable ¿Está preparada Valencia para este colectivo? ¿Es una ciudad amable con sus jubilados? ¿Tienen todos los servicios que necesitan? Es evidente que todavía queda mucho por hacer y no hablo sólo de las aceras llenas de baches o de esos alcorques con una profundidad abismal donde una caída supone la rotura de la cadera.

Algo tan sencillo como los bancos para descansar, los tiempos de los pasos de peatones, la accesibilidad a los edificios públicos o un trámite en el Ayuntamiento, necesitan mejoras y urgentes. Demasiadas veces me han llamado al periódico para decirme que no hay derecho a la falta de sombras en cualquier plaza, o que los bancos de diseño no sirven para el descanso de los mayores, donde ni siquiera se pueden levantar. O que hay servicios más que mejorables. La pandemia sirvió para reforzar algunos pero queda mucho trecho hasta llegar a la meta.

La demografía es una disciplina bastante previsible y lo normal es que Valencia envejezca cada vez más, salvo algunos repuntes que aliviarán esa tendencia gracias al aumento de la inmigración. La natalidad de la mayoría, los nacidos en España, está bajo mínimos por la dificultad de encontrar trabajo, los precios desmedidos de la vivienda y hasta por los cambios culturales. Esa es la realidad tozuda que sufrimos.

Ya hemos dado por perdido que los bancos atiendan mejor a los mayores. Ponerse en la cola de cualquier sucursal es asistir en primera fila a dramas cotidianos de personas que no entienden la dificultad de sacar su dinero de cualquier cajero o de actualizar la libreta para ver si le han pasado un recibo. Lo que hacían antes preguntando en la ventanilla a un empleado al que conocían por su nombre de toda la vida, ahora deben hacerlo a través de una aplicación o pidiendo cita previa.

Hay ocho barrios de Valencia con más de 5.000 jubilados empadronados. Tras Benicalap, que encabeza la clasificación, se sitúan Nou Moles, Patraix, Arrancapins, Malilla, Ayora, Torrefiel y Ruzafa. Este último sorprenderá a mucho, dado que se vendió hace años como la zona multicultural de Valencia, la diferente, la innovadora, la artística y la del ocio. Pues habrá que acordarse también de sus jubilados.

Y ese recuerdo tendrá que empezar primero por los que viven solos, que no son pocos. En total, 47.319 personas y apuesto a que la mayoría sufren eso que llaman soledad no deseada. El Ayuntamiento debe mejorar sus servicios para ellos en primer lugar con más y mejores centros de mayores.

Y por último una reflexión. Estamos de acuerdo en que la ciudad no debe crecer sobre la huerta pero si hemos renunciado al modelo de la urbe de un millón de habitantes, llegará un día en que el porcentaje de jubilados será insostenible. Demasiados jóvenes se han ido a vivir fuera de Valencia por los costes imposibles de asumir. En esta ciudad no sobra nadie, ni jóvenes ni mayores.