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De los trabajos que estoy haciendo ahora en esta casa, uno de los más placenteros es la newsletter diaria en la que me embarqué sobre ... información local de Valencia, unos comentarios que se publican sobre las ocho de la tarde, cuando cae el día y llega la hora de la reflexión y el debate. Y lo que más me gusta son los comentarios que recibo de los lectores en el correo, casi a última hora de la noche, poco antes de dormir.
Todos sin excepción muy educados y sensatos, nada del griterío de algunas redes sociales. Con palabras de apoyo y elogio pero también de desacuerdo o que, simplemente, me empujan a reflexionar. De estos últimos, de los más útiles que encuentro son los que envía Carmen Serrano, vecina de El Palmar a quien conocí hace mucho cuando desde la asociación Tyrius lucharon por pescar en la Albufera con los mismos derechos que los hombres, lo que consiguieron. Por eso fueron ellas Premios Valencianos por el Siglo XXI.
Pues bien, Carmen me habla sobre el cierre al tráfico del centro de Valencia estas navidades, lo que había comentado en la newsletter. Mi conclusión es que se trata de una medida necesaria, dada la estrechez de algunos espacios públicos, matizando que la medida debe ir acompañada por el refuerzo del transporte público, tanto de la EMT como de Metrovalencia.
«Para quienes vivimos en la periferia cerrar calles a la circulación es como poner murallas a la ciudad», me dice Carmen. Cierto, en la newsletter no había tenido en cuenta lo suficiente lo que ocurre con las pedanías, tan Valencia como la calle Caballeros aunque con algunas penalizaciones por su ubicación tan alejada.
Echo un ojo a la aplicación de Google Maps. Para ir de El Palmar a la plaza del Ayuntamiento hay que coger dos autobuses, el 24 y el 4. A la hora que escribo estas líneas, a primera hora de la mañana de un domingo, una hora y ocho minutos me cuesta el viaje, teniendo en cuenta la espera en las paradas. Con el coche tardaría apenas 29 minutos. No hay color.
«Utilizar el transporte público supone pasar dos horas, como mínimo, en el autobúis, con escasa frecuencia y en ocasiones abarrotado de gente», sigue Carmen, quien añade que peatonalizar las calles «está bien, permite caminar sin prestar atención a coches y semáforos, pero si desde tu domicilio te cuesta llegar 15 minutos o un poco más para comenzar a caminar por ellas. Pero te lo piensas si para una compra o una gestión debes dedicar una mañana entera. Todo tiene sus ventajas e inconvenientes. Bueno, ya veremos. Reducimos ya las visitas al centro. Nos quedamos en la periferia», es su conclusión en el mensaje.
El transporte público a las pedanías del sur de Valencia ha mejorado notablemente, justo es decirlo. Las líneas 24 y 25 tienen una frecuencia de paso mucho mejor que hace una década, cuando era normal ver a gente andando por la carretera de El Palmar. Pero todavía queda un trecho muy grande para poder ser competitivo frente al coche privado.
Recuerdo que hace poco más de diez años se habló de un tranvía que uniría el casco urbano de Valencia con algunas de las pedanías del sur. Pinedo, El Saler, El Palmar, El Perellonet, quizás también El Perelló. Nada se sabe de aquella iniciativa, en el cajón de los proyectos perdidos al igual que muchos referidos a la movilidad metropolitana.
Es el momento sin duda de rescatar todas esas ideas y pasarlas por el filtro de nuestra época, centrada en la reconstrucción tras la dana. Me niego a reparar todo simplemente como estaba antes. ¿Por qué no mejorarlo todo?
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