La reforma de la plaza del Ayuntamiento da la impresión de que empieza de cero. Vamos camino del quinto año desde que en septiembre de ... 2019 se iniciara el proceso ahora estancado y donde la novedad es que deberá pasar por aval del recién nombrado consejo asesor de Urbanismo, unos expertos a los que se les pedirá que entreguen su opinión el próximo verano, según dijo la pasada semana la alcaldesa María José Catalá.
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La primera edil encara lo que se supone será la parte principal del legado de este mandato para el centro de Valencia, con permiso de lo que suceda en la calle Colón. La clave de bóveda de cuatro años de gobierno puede parece algo exagerado, pero al final lo que la gente entiende es lo tangible, lo que se puede pisar y disfrutar. Y para ello, no hay nada mejor que la plaza mayor de una ciudad.
Ya era conocido que a la primera edil no le gusta el anteproyecto ganador, a pesar de que fue elegido por un jurado compuesto por funcionarios municipales, expertos y entidades como el Colegio de Arquitectos o el Colegio de Ingenieros de Caminos. Aún así, es legítimo que el gobierno de PP y Vox quiera más opiniones, sobre todo si la propuesta ganadora «no acabo de verla», empleando la expresión de Catalá. Otro asunto es que sea descartada, dado que ganó un concurso público y el Ayuntamiento incluyó en las bases del mismo que redactarían el proyecto y se encargarían de la dirección de las obras, por si algún despistado no se acuerda.
Ya dijo Miguel del Rey, coordinador del anteproyecto ganador, que veía hasta cierto punto normal que Catalá quiera hacer algunos cambios, bien sobre el arbolado, el mantenimiento de la estatua de Vinatea o cualquier otro elemento. Otro asunto, añado yo, es si al consejo asesor se le pregunta por algo más allá, es decir, si ven adecuada la propuesta ganadora o la consideran inviable. Habrá que ver entonces si este proceso acaba en un juzgado.
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La plaza del Ayuntamiento actual nació de una urbanización provisional a base de pavimento nuevo y maceteros. Uno de los problemas que tuvo es que Compromís y PSPV trabajaron por separado, los primeros a través de la EMT. Pero el caso es que la plaza se llenó de viandantes y actividades. Eso sí, el espacio más representativo de Valencia se merece algo de mejor factura y acabar con esa sensación de provisionalidad eterna que impregna una parte de la historia de la ciudad. Me estoy refiriendo a la estación Joaquín Sorolla, que no sólo se mantiene sino que se ampliará dentro de poco para sufrimiento de los viajeros.
La propuesta ganadora 'Re-Natura' incluye una parte arqueológica, incluso algún guiño al desaparecido convento de San Francisco. Otro asunto es la incorporación de lo que se pueda rescatar de la tortada de Goerlich, la parte más singular de la plaza derribada en 1961. El gobierno municipal ha adjudicado al arquitecto Javier Hidalgo la localización de las piezas que subsisten, esparcidas en jardines de Valencia y Paiporta, además del vertedero situado en la parte sur de Valencia donde hay trozos de la plaza entre matorrales y tierra.
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Habrá que hilar fino para distinguir entre el merecido homenaje a uno de los arquitectos que cambió Valencia y condicionar la propuesta de reforma que la haga inviable. Hidalgo tiene dos meses y medio para entregar su estudio, propuesta de restauración y de ubicación en la ciudad, se supone que útil para el consejo asesor de Urbanismo. De momento, está claro que la estatua de Vinatea se queda. El Ayuntamiento ya ha firmado un encargo con una empresa para que vea cómo está de cara a su restauración.
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