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La renovación del decálogo de buenas prácticas de 2019 firmado entre el Ayuntamiento y el Mercado Central ha puesto sobre la mesa de nuevo lo ... perjudicial que puede ser la saturación turística y lo necesario de una regulación sensata. Incorporar además que los guías den las explicaciones a cinco metros de las puertas no es ninguna tontería, sino que facilita el acceso a todos los clientes.
La relación de los vendedores del principal mercado de Europa con los turistas no es mala, al contrario, ha servido para diversificar negocios más allá de la cesta de la compra tradicional. ¿Cómo ocurre entonces que en algunos puestos haya carteles donde se pide que no se hagan fotos? La respuesta que recibo dice mucho del egoísmo actual en la vida cotidiana. Ocurre que se dan situaciones con frecuencia donde los turistas cogen el producto para la dichosa foto. «No coja la cigala, por favor», me dicen como ejemplo cuando alguien agarra una por una de las pinzas antes de sonreír a la cámara del móvil. Y ocurre lo mismo con todo lo que tienen a mano. O acercan la cámara a centímetros de la fruta para lograr la foto chachi de las vacaciones. No tiene que ver con el turismo, concluyo, sino con la estupidez.
El Mercado Central es pionero en muchas facetas y la manera de gestionar el turismo es una de ellas. Se adelanta por cierto al de la Boquería, en Barcelona, donde la saturación turística es un grave problema, debido a la autonomía que proporciona al recinto valenciano la autogestión. Por ejemplo, cada vez que coinciden varios cruceros en el puerto se refuerza la dotación de vigilantes para garantizar que las compras discurren con normalidad.
Además, por primera vez en muchos años el Ayuntamiento les escucha en cuanto a las políticas de movilidad, con lo que miel sobre hojuelas. A eso añadiría la necesidad de resolver la reforma del aparcamiento de Parcent y ayudar en todo lo posible a acelerar la rehabilitación y construcción en Eixarchs de un hotel de lujo, acabando así con un punto negro en el barrio tozudamente bloqueado por el anterior gobierno municipal.
Un Consistorio que tomó como segunda decisión (la primera fue desatascar el colapso de las licencias de obras) una moratoria de un año sobre nuevos apartamentos turísticos, siempre que estos convivan en los mismos edificios que viviendas para vecinos.
Esto fue aprobado con una inaudita unanimidad en el pleno del Ayuntamiento, aunque queda mucho partido por jugar. La patronal de apartamentos turísticos ApturCV ha dado el paso de pedir todos los informes técnicos en los que se ha basado esa decisión, como previa de un seguro recurso en un juzgado de Valencia.
Dicen, con razón creo yo, que la suspensión de licencias ha sido aprobada con números que no son exactos. Y lo digo por la gran diferencia que hay entre la oferta real y las viviendas turísticas regladas. Otro asunto es que sea necesaria esa exactitud para aprobar la suspensión de licencias. Con un par de paseos por cualquier barrio es suficiente para darse cuenta de lo que ocurre con las plantas bajas.
El ejemplo del Mercado Central es válido para tratar este problema. Recursos, ganas de trabajar y de llegar a un acuerdo. Un acercamiento entre el gobierno municipal y las asociaciones de viviendas turísticas sería lo más deseable para huir de un conflicto seguro.
Valencia se acerca a un récord turístico, al menos en viajeros y pernoctaciones. Otro asunto es la rentabilidad, lo más deseable. ¿La conclusión? La turismofobia carece de sentido y el caos actual también.
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