Tenemos que hablar de la vivienda

No es nuevo lo que digo. La asociación de Promotores Inmobiliarios lo viene diciendo desde hace años por boca de su presidente, Antonio Olmedo. La falta de suelo es evidente, las políticas de rehabilitación no funcionan al estar la propiedad tan fragmentada (es raro que alguien sea dueño de una finca completa) y la inclusión de los apartamentos turísticos en la ecuación ha provocado la tormenta perfecta en Valencia.

Este sábado, el Ayuntamiento anunció que ha enviado la documentación del PAI de Benimaclet a la Generalitat. Algo más de 1.300 viviendas que llegarán lamentablemente tarde para muchos jóvenes que no tienen más remedio que irse a vivir al área metropolitana, donde los precios están algo más contenidos y al menos hay oferta de vivienda.

Un vistazo a una de las principales plataformas inmobiliarias, Idealista.com, señala que hay 61 promociones que se ofertan en Valencia. Ni una más para una ciudad que supera los 800.000 habitantes. De la cartera de segunda mano casi mejor no hablar para no entrar en depresión entre tanto precio elevado y viviendas viejas, donde lo mejor que se puede decir sin insultar es que son clásicas.

En Benimaclet, el Ayuntamiento ha estado demasiado tiempo haciendo política electoral y se ha perdido un tiempo precioso. A pesar de los últimos cambios todavía no está todo resuelto. La asociación de vecinos apuntó ayer que convocará movilizaciones porque la propuesta a la que han tenido acceso, si es la buena añado, deja algunas torres de 20 plantas en la parte central de la zona.

¿Dónde construir más? El PAI del Grao está llamando también a la puerta del Consistorio desde hace años y la voluntad de la alcaldesa Catalá es resolverlo este mandato, de la mano de la ejecución de la primera fase del Parque de Desembocadura. En principio no tiene tanta dificultad como el de Benimaclet, donde el concejal de Urbanismo, Juan Giner, ha tenido que abordar la integración del barrio con la huerta, con la recuperación de caminos históricos, acequias protegidas y alquerías, además de reducir la superficie de uso privativo, aumentado los espacios públicos, entre otras piruetas que eviten conflictos futuros.

Una vez decidida la prolongación del paseo de la Alameda hasta casi el borde del mar, toca sacar adelante ese planeamiento para que los propietarios de los solares inicien de una vez las obras y otorguen sentido al solitario PAI de las Moreras situado justo enfrente. También es cierto que todo iría más rápido si el gobierno municipal diera un empujón definitivo a la Harinera y la instalación deportiva en una de las naves de Juan Verdeguer. Por predicar con el ejemplo, digo.

Cada vez aumenta más en la estadística la población que se marcha de Valencia a otras zonas del entorno metropolitano o el resto de la provincia. Me gustaría preguntarles por los motivos, aunque estoy seguro de que la falta de vivienda estaría en la respuesta de muchos.

Algún día se agotará el suelo residencial en Valencia. Eso es impepinable por la protección de la huerta, algo positivo y que merece la pena con apoyo real a los agricultores. Pero hasta que llegue ese momento hay que ayudar a los jóvenes.