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Lo que hicimos contra El Saler

El proyecto de recuperación de dos malladas en el parque relata las iniciativas para destruir el paraje desde principios del siglo XX, por fortuna sin éxito

Paco Moreno

Valencia

Lunes, 5 de agosto 2024, 00:01

Es un concurso modesto, de apenas 33.000 euros de presupuesto, lo que explica su falta de repercusión, pero el proyecto de rescate de las malladas de Quarter y El Saler describe a la perfección todo lo que se ha hecho en Valencia en contra ... del parque natural. Así, como suena.

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Las malladas son pequeñas cuencas de agua que salpican el territorio de la Devesa. Los técnicos estiman que hay unas 40, dado que varias fueron aterradas con el fin de eliminar zonas supuestamente insalubres y después para permitir una urbanización salvaje en la época en la que el franquismo descubrió el valor del ladrillo.

El proyecto en licitación trata de recuperar dos, que en realidad son cuatro zonas separadas, con una extensión conjunta de 56.265 metros cuadrados, algo más de cinco campos de fútbol para los aficionados. Están repletas de arena e incluso se abrieron acequias cercanas para sacar toda el agua.

El servicio de Devesa-Albufera, una joya de igual importancia que el propio parque desde los tiempos de Antonio Vizcaíno, cuenta en los antecedentes todo lo que se ha hecho en contra de las malladas, seguramente con un fin didáctico para que la importancia de estas zonas cale entre los responsables municipales. Así, se recuerda que el primer intento para desecar estas dos malladas se hizo en el primer tercio del siglo XX con la excavación de unos surcos paralelos, separados entre sí unos 2,5 metros, que conducían el agua hasta una acequia que desembocaba en la gola del Pujol.

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No fue suficiente y en 1956 un ingeniero de montes, Miguel Franco Ferrer, redactó la 'Repoblación y saneamiento de las malladas y superficies pantanonas existentes en el monte de la Dehesa de la Albufera'. Proponía la plantación de pinos y eucaliptus a mansalva tras eliminar una primera capa de tierra y aterrar todo con arena.

El documento constata que desde 1910, los ingenieros de la División Hidrológica Forestal trataban de destruir las malladas, empecinados en contra de la naturaleza, aunque los árboles se morían por exceso de humedad y sal en la tierra.

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Llegó después la gran urbanización de los años 60, cuando se aterraron más extensiones de terreno y no fue hasta 1997 cuando se ejecutó el proyecto de desmantelamiento de todas las obras realizadas. Aquello pilló al que suscribe en los primeros años de contar las cosas que ocurren en Valencia y una de las imágenes en la memoria es la de los enormes esqueletos de hierro que afloraban tras picar el hormigón, ejemplo de hasta que punto pueden llegar los errores de las personas.

Ahora se trata de eliminar la arena para dejar el limo en un primer plano, con suavidad y por fases para no arrancar toda la preciada sal. En los años 90 ya se intervino en la misma zona pero no se extrajo todo el material de manera adecuada.

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Cuando esté, podremos disfrutar de cuatro zonas recuperadas por completo, un paso más en la disculpa que todos tenemos pendientes con el parque natural. La intervención coincidirá en el tiempo con lo que se haga con el antiguo Sidi Saler, el hotel cerrado hace años y sobre el que la alcaldesa Catalá desveló a principios de julio que negocia su reapertura con las empresas concesionarias, se supone que para un establecimiento hotelero.

Catalá ha cambiado la estrategia municipal de pedir al Ministerio de Transición Ecológica que fuerce el derribo y posterior regeneración con dunas de esa parte de la playa, tras dejar fuera de ordenación el edificio. Ahora, todo eso está descartado y se pide un proyecto «sostenible», no se sabe bien con qué licencia. Y yo sólo me acuerdo de los eucaliptus.

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