La segunda vida de Abastos

El antiguo mercado del arquitecto Javier Goerlich está falto de un lavado de cara integral, al margen de las necesidades de los usuarios del polideportivo que alberga una parte del recinto. Esa es otra historia y se encuadra en cómo se ha consentido la degradación de varias instalaciones deportivas municipales.

En el conjunto, el proyecto habla de la reparación de fisuras en fachadas, eliminación de humedades por escorrentía en ornamentos de piedra, reparación de desprendimientos de recubrimientos en cornisas y aleros, reparaciones en piezas decorativas, reconstitución de daños en molduras, reparaciones de pilares, vigas y forjados de hormigón, sustitución de vidrios rotos, eliminación de la corrosión en elementos no estructurales, anclaje o cambio de los desprendimientos en aplacados de fachada. También la eliminación de la suciedad y excrementos de aves, y limpieza y reparación del pavimento del hall de acceso al instituto y polideportivo. Ese es el grave estado del «paciente» a tratar.

El antiguo mercado alberga otros usos, decía, y funciona aceptablemente bien a pesar de los pocos cuidados que ha recibido. Pienso en ello al observar imágenes de la desaparición paulatina de La Fe en Campanar. ¿De verdad no se podía haber salvado algo? Son muchas las historias que han ocurrido allí y de todos nosotros, Merecíamos no perder del todo ese símbolo para Valencia.

El antiguo mercado tiene la suerte de estar catalogado como Bien de Relevancia Local, lo que le salvó sin duda de la piqueta. Inaugurado en 1948, otros inmuebles no han corrido la misma suerte. La lista de DOCOMOMO del Movimiento Moderno tiene numerosos ejemplos de inmuebles que sólo están en pie por la voluntad de sus actuales propietarios.

La protección de esos edificios es también la de nuestro pasado. La protección de una chimenea industrial rodeada de fincas supone algo más allá de la belleza de la estructura. Para mí, se trata de recordar al paseante de que en esa calle, en ese barrio, antaño abundaban las fábricas, seguramente por la presencia cercana de una acequia o el mismo Turia.

La segunda vida de alquerías totalmente atrapadas por el casco urbano de Valencia también va de eso. El Ayuntamiento aprobó el pasado viernes la recuperación de la llamada Alquería del Tenis, donde se situó la sede social del Sporting Club de Tenis. Será un equipamiento público para el barrio, algo que ha tardado demasiados años en ser una realidad.

En otras ocasiones el desastre se suaviza por lo que se construye alrededor. Fui de los primeros en criticar la demolición de la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Agrícola, Agrónomos, unas aulas y laboratorios diseñados por Fernando Moreno Barberá, debido a la ampliación del Hospital Clínico. No me gustaron las formas ni el fondo, al retrasar la aprobación del Plan Especial de Blasco Ibáñez hasta la demolición del complejo, pero reconozco que la petición de la Conselleria de Cultura de que lo nuevo fuera fiel a los trabajos de uno de los exponentes del Movimiento Moderno en Valencia se ha cumplido. Esa fachada que recae a la avenida con un patio inglés es de lo mejor que he visto los últimos años.