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Tampoco me voy a sorprender, ni hacer propaganda de mi inocencia. Para saber de qué manera se solucionarán los problemas, en casi todos los asuntos, ... un buen instrumento de detección consiste en seguir el rastro del dinero. Cherchez l'argent! No soy nada ducho en la materia. Al contrario. En el tema del dinero soy como el canario que bajaban los trabajadores a la mina, lo cual indica que allí en donde me fije es la dirección que no hay que tomar. Podría incluso escribir manuales de insuficiencia financiera, manuales de antiayuda. Por eso mismo, cada vez que se ha debatido sobre la situación y perspectivas del Valencia y ha habido que poner las cartas sobre la misma, siempre temí que lo que yo pensaba sobre la democracia accionarial y un futuro digno, anunciaban el fracaso. En estas cosas el exceso de afecto o de amor se convertían en un error. El final de la adolescencia pudo ser la orla de la carrera, las notas de la oposición, pero el auténtico y definitivo fue aquel momento en el que pude pagarme el pase del Valencia, y me pareció que eso me imprimía carácter. Hasta cuando paseaba por la ciudad, llevaba en la cartera los pases. He llegado a meterme en Mestalla tapando el escudo de la Federación Valenciana de Básquet, idéntico al de la de fútbol, o presentarme en los aledaños preguntando si a alguien le sobraba un pase. Nadie en el club actual sabrá lo que es ese sentimiento. Les aseguro que no tiene que ver con el ticketing, y por si acaso, que el club el día del Girona regaló entradas a aficionados de todos los pelajes, compensa la vergüenza que pasé las pocas veces que me colé. Ya ha prescrito y además creo que ni siquiera era yo mismo. Aquella persona que acudía ilusionada a ver a Kempes y al Lobo Diarte es ya otra muy distinta a la actual, que no podría aguantar una carga de los grises por Micer Mascó, después de haber protestado lo indecible. En la proximidad a la renovación de los pases, toca tan solo dilucidar si lo que toca en la temporada 2024-2025, es gestionar la despedida, o un nuevo paréntesis. El niño que siempre fui, y siempre seré, se mantiene firme, y continúa engañándose y planteando una moratoria. Una temporada más, aterrado de que su gesto rompa el vínculo antiguo, y se sienta desamparado. El adulto que ya no dejaré de ser expone un catálogo infalible de razones para avalar ese adiós. Sé que ganará el primero, y lo volveré a hacer. Cedo la decisión a mis hijos, aunque cada vez que veo una foto del palco, o una declaración de Solís me siento morir. Un Javier Solís que habla en javiense, no de Javier, sino javiense de pronunciar Jáaaveaaa. En ese momento el adulto le recordará al niño que su dinero sirvió de mochila de oxígeno para prolongar esta agonía, y a lo sumo el coste de los pases sirva para sufragar un par de horas de minuta del despacho de Germán Cabrera. Porque esa sí que sería otra posible ganancia, aunque no fuera de dinero. Un aficionado del Valencia con cierta dedicación, no solo es que tenga mérito, sino que debería tener un premio académico. Tanto si ya tenías el título como si no. En los últimos 20 años, leer y estudiar de la actualidad del club nos ha servido para saber del ejercicio del derecho de manifestación, de delitos de odio, del procedimiento sancionador en espectáculos, de Derecho Administrativo, de la Ley de Contratos del Sector Público, del Derecho Financiero y los avales, del Derecho Mercantil y las peripecias del proceso de venta. Ahora, en la convocatoria de Derecho Urbanístico, nos sabemos todo el temario: permutas, pastillas de suelo, las fichas, el aprovechamiento urbanístico, la exigencia de avales al promotor. Que nos lo homologuen. La solución vendrá. Cherchez l'argent!
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