Hay que reconocer, porque cada día hay más ejemplos que lo respaldan, que el toreo base, el que antaño se formaba en las tapias de ... las plazas de tientas y en las capeas de los pueblos, ha sido el que más ha evolucionado en los últimos tiempos. La llegada de las escuelas auspiciadas por ayuntamientos, diputaciones, comunidades o profesionales comprometidos, creando un tejido docente sólido, ha supuesto un gran paso para la formación de quienes se sienten atraídos por la practica del toreo.

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Otra cosa es lo que ocurre en el escalón siguiente, cuando se abandona la citada etapa de formación y comienza el camino profesional. Ahí se produce la primera involución del sistema por el que se rige el negocio taurino. Al entrar en el mundo de los resultados económicos, al no ser rentable por el encarecimiento de los costes de organización y puesta en escena, la segunda etapa formativa, la de las novilladas con picadores, los empresarios apenas prestan atención a peldaño tan necesario para que quienes reúnan condiciones para destacar puedan proyectar su imagen hacia el gran público.

Para paliar estos desajustes han surgido, gracias a las raíces que tiene el toreo en nuestros pueblos, las llamadas ferias de las novilladas. Todo un ejemplo de compromiso y afición por el arte de la lidia, y que gracias a su encomiable labor, en la que juegan gran papel algunas televisiones autonómicas, en estos momentos estemos hablando de una nueva generación de chavales con gran proyección a pesar de, como hemos señalado, no contar con el rodaje necesario.

Gracias a esos desvelos, en la presente temporada ya ha habido una promoción de chavales que han dado el paso hacia la alternativa, como han sido los Samuel Navalón, Jarocho, Ismael Martín o el valenciano Nek Romero, y la rueda no se ha parado, porque ya presume de la etiqueta de futuribles otra camada liderada por los aragoneses Aarón Palacio y El Mene. Bendita cantera.

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