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Para los días 27, 28 y 29 de este mes está anunciado un Congreso Nacional de Tauromaquia que se celebrará en Madrid, organizado por la Asociación Nacional de Presidentes de Plazas de Toros. Lees su orden del día (www.congresoanpte.com), y como tema primordial ... señala velar por la integridad de la fiesta. Loable fin, pues se entiende que ningún aficionado puede estar en desacuerdo con tal postulado, salvo que se observe en el mismo una clara y manifiesta reiteración en temas que ya están lo suficientemente vigilados como es el control de la integridad del toro y, sin embargo, no se contemple en dicho programa la vigilancia de que lo ya reglamentado se cumpla sin interpretaciones a veces torticeras, que generalmente socavan los intereses de los aficionados.

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Como ejemplo contrastable es la conducta de los presidentes ante la petición mayoritaria de la primera oreja. Tardan una eternidad en concederla con la clara intención, así lo hacen saber sotto voce, para no sentirse presionados con la petición de la segunda, cuando queda claro que ese segundo trofeo si es potestad del presidente. Una trampa que, en la mayoría de los casos la hacen servidores públicos, que no siempre están dotados de los conocimientos necesarios para aquilatar lo hecho por el torero y, sin embargo, ahí están ellos impartiendo doctrina, pues a la figura del asesor profesional la ignoran sistemáticamente.

A ese descontrol si que es de imperiosa necesidad ponerle remedio. Para que los premios se concedan con rigor y seriedad y no a capricho como sucede tantas veces, es necesario que quien presida el festejo, tanto a la hora de dar el visto bueno a las reses a la hora del sorteo, como en el palco, tenga una preparación acorde con la importancia del cargo para el que ha sido designado. Igual que no se aceptaría que un árbitro de regional pitase un Madrid/Barcelona, un presidente que antes de asumir dicha responsabilidad ni había presenciado un festejo, tenga la potestad de decidir si un toro debe o no lidiarse, o valorar lo que un torero hace delante de un toro. Esto sí que debe ser tema primordial para mantener y aumentar, si cabe, la buena salud de la fiesta.

Estando feo ningunear al que pasa por taquilla, no lo es menos hacerlo con el torero y con el ganadero. Tampoco he visto que se contemple en el programa de este congreso algo tan importante como la formación y buena praxis de los veterinarios para evitar conductas como las que se vienen produciendo en los reconocimientos de las reses a lidiar. Si un toro enseña las palas (asaltillados o cornipasos), tienen bastantes papeletas de ser rechazados «porque los toreros pasan menos miedo que con los que enseñan las puntas». ¡Por favor!

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Pero hay mas, como es la vigilancia de que no se lidien novilladas que si no por edad, sí por trapío, parecen corridas de toros, con lo que de gravoso para la formación de los chavales tiene tal comportamiento. La integridad de la fiesta se defiende desde la equidad de la autoridad y el compromiso de los profesionales, y no desde la cerrazón del ordeno y mando.

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