La fiesta empezó con Aarón

Ya habrán leído en las crónicas de urgencia todo el repertorio que desplegó con capote -variedad, templanza y compromiso-, y con la pañosa más de lo mismo, pero adobado con toques de personalidad propia que sin parecerse a nadie recuerda a los que tuvieron la virtud de marcar diferencias, detalle que no es cuestión baladí. ¿Y cuáles son esos rasgos que encandilaron a los tendidos?... el más evidente, ese que hicieron propio los que siempre tuvieron hambre de triunfo, el de atacar y atacar desde el primer instante, y sobre todo el saber darle a sus oponentes aquello que les podía beneficiar para que floren sus virtudes.

Eso fue lo que hizo ante el bondadoso primero. No acabó ahí su exposición y a modo de nuevo aviso a navegantes, al esaborío cuarto le aplicó la receta del aquí mando yo. Lo necesario para dejar bien claro que estamos ante un torero con muchas virtudes. Llegados a este punto hay que decir que la novillada, en su conjunto no se correspondió al fuste del cartel. La desigualdad en la presentación fue ratificada después en el juego. Ni el cuarto ni tampoco el quinto, por bastos y tan desiguales de los cuatro restantes, deberían haber formado parte del lote lidiado. Para ser exigentes en los reconocimientos hay que tener mucho conocimiento, ese que se aprende siendo más aficionado que censor.

Ahora a esperar que la fiesta que ha inaugurado Aarón Palacio, continúe este jueves con otra terna de noveles con buenas referencias.