Ginés Marín pide paso

Para quienes no conocieron los tiempos en los que el apoderado era sólo eso y el empresario no se casaba con nadie, a estas horas el mentor de Marín debería tener dolor de mano de firmar tantos contratos como huecos hubiera en los carteles por cerrar de lo que queda de temporada. Sin embargo, hoy esto no es posible porque los toreros que están administrados por empresarios, gocen o no de su mejor momento, desde que comienza la temporada ya saben las ferias que torean.

Este proceder, salvo en muy contadas y honrosas excepciones, tiene hoy consecuencias negativas, y alguna muy visible: la poca motivación de esos toreros que se saben protegidos. Es historia sabida que las grandes figuras siempre anhelaron que los anunciaran con la novedad más llamativa. Y si una de ellas salía respondona, volvían a la carga hasta que, o se rendía o se consolidaba.

Ese carácter es lo que provocaba que las plazas se llenaran no sólo la tarde en la que estaba anunciado el mandamás. Pero no eran solo estas conductas las que animaban, los públicos también tenían su rol: estaban al tanto de qué toreros estaban o no al alza, y se pronunciaban. Hoy se dejan llevar mas por la fama que da permanecer en carteles de lujo que un día conquistaron más que por los méritos del momento. El toque dado por este joven Ginés, debería hacer recapacitar a los taurinos, pero también a los públicos que lucen la etiqueta de aficionados.