En el toreo, ya desde los tiempos en los que la lidia comenzó a ordenarse con las reglas que en gran medida todavía perduran, la rivalidad entre los espadas ha venido siendo la salpimienta que ha animado a los aficionados acudir a las plazas. Ya ... por aquel entonces quedaron gravadas en el imaginario popular parejas que los públicos fueron creando al debatir sobre los estilos de cada espada: Pedro Romero y Costillares, Cúchares y el Chiclanero o Largartijo y Frascuelo.
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Pero no hace falta mirar tan atrás, ni tampoco detenerse en demasía, por archisabida, en la que propició la época de oro del toreo con Joselito y Belmonte. Ni tan siquiera en las más cercanas, como aquellas que le siguieron y que tuvieron a Domingo Ortega, Manolete, Arruza, Pepe Luis Vázquez, como grandes animadores o a Luis Miguel y Ordóñez, aunque sí señalar que todas estas competencias fueron dejando apasionados capítulos que además de engrandecer la tauromaquia, han sido referentes para los espadas que han venido tomando el relevo. Torería de la añorada vieja escuela.
En las competencias que por mucho que las planeen los profesionales (hay mil ejemplos de digamos propuestas artificiosas desde los despachos que no llegaron a ramos de bendecir) necesitan obligatoriamente de las bendiciones de los públicos que tienen la ultima palabra para que el suflé crezca. Son militancias pasionales o de lo contrario es difícil pensar que son competencias autenticas y por ende trascendentales. De tal manera que el aficionado que milita en un bando difícilmente cambiará al contrario. Y en ello va implícito su repercusión en las taquillas. Y en toda esa vorágine es frecuente que los contenciosos entre aficionados sean mucho más radicales y distantes que los que mantienen los propios protagonistas. Cuentan y debe ser verdad, que Joselito y Belmonte viajaban de feria en feria amigablemente en el mismo departamento de los expresos de su época, pero cuando iban a llegar a la estación se separaban y bajaban cada uno por una puerta para escenificar su competencia, no fuesen a creer que existía compadreo y así mantener viva la pasión (por momentos bélica) de sus militantes.
Y así fue siempre. Interesaba tanto como los triunfos en el ruedo sus relaciones. Luis Miguel y Ordóñez, cuñados, nunca se acabaron de llevar bien y el público lo sabía. Aparicio y Litri eran competidores y amigos pero siempre había chascarrillos y anécdotas que marcaban distancias y alimentaban las tertulias de sus respectivos partidarios. Aunque no eran pareja de hecho artístico, la bronca televisiva entre Camino y Palomo tuvo una tremenda trascendencia y espoleó a ambos. Los celos personales de Paquirri y Dámaso hasta que se sentaron y hablaron, incendiaron muchas tardes en la cara del toro y en los hall de los hoteles por una habitación de más o de menos. Las relaciones más recientes, prácticamente actuales, entre Ponce y José Tomás marcaron una competencia que desapareció en los ruedos (no toreaban juntos) pero se mantenía en los despachos y en las redacciones. Las referencias podían ser infinitas y de siempre han salpimentado los ambientes taurinos y hace que ahora se echen a faltar. No propugno los odios ni los cabreos entre compañeros, pero de ahí a las camaraderías publicas que ejercen los actuales maestros a la vista de todos en los patios de cuadrillas con tanto beso, abrazos y palmaditas, hay un abismo que mata cualquier atisbo de pasión en la competencia obligada entre figuras. Son cortesías y buenísmos que suenan a bisutería (todos sabemos que en los despachos sí son implacables en sus relaciones) y mata la sensación de competencia.
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Son historias y referencias que alguien le debería explicar a los chicos nuevos. Ahí están los Samuel Navalón, Nek Romero, Chicharro, Alejandro Peñaranda, Jarocho, Marcos Pérez, Manuel Román y algunos más con grandes posibilidades de triunfo. Si a su bien hacer le añadiesen sensaciones de competencia real crecerían más aprisa... No digo que se peleen que a lo mejor ya lo han hecho, pero las competencias deben trascender y sentirse. ¿Si no se pelean ellos como se van a pelear los aficionados?... Siempre como les cuento.
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