Pena y discos duros
A la última ·
Estaba tomando la pluma para cantar la odisea moral de un hombre derrotado cuando, de pronto, descubro la existencia furtiva de AnaísA mí Ábalos me había vuelto a convencer. Lo confieso con un puntito de vergüenza y con la sensación, cada vez más acuciante, de que ... soy un objetivo fácil para timadores. El día menos pensado le respondo el correo a un señor muy amable, príncipe de Nigeria, que me propone cobrar una herencia fabulosa. El caso es que, cuando vi a Ábalos en camiseta, me dio mucha pena encontrármelo tan reducido e inerme, solitario y ojeroso como un adolescente con granos que se ha pasado la noche jugando a la Play.
Ya estaba tomando la pluma para cantar la odisea moral de un hombre derrotado cuando, de pronto, descubro la existencia furtiva de Anaís, hermosa dama que le saca el perro a pasear y que a veces, como nos pasa a todos, confunde las galletas María con los discos duros. Por fortuna, el equipo nutricional de la Guardia Civil detectó a tiempo el error y evitó así que la pobre Anaís se dejara los incisivos al hincarle el diente al desayuno. Aquel disco duro que bien pudo haber acabado en el colacao promete ahora ofrecernos nuevos y emocionantes capítulos.
Resulta difícil imaginar cuál será el siguiente meandro de esta historia. ¡Con razón ha fracasado La Familia de la Tele! Ni contando con Belén Esteban se puede competir con esto. Nos hemos llenado de personajes estrambóticos que parecen participar en un homenaje póstumo y colosal a Mariano Ozores. De todos ellos, el más esquivo y sugerente, el menos obvio, es Santos Cerdán. Taciturno, soso, protegido por ese aire bonachón y tractorista, un día decidió que estaba harto de alcachofas y que mucho mejor un ático en Chamberí que una huerta en la Ribera. ¡Con el peligro que tienen los áticos!
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