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No puedo negar a María José Catalá su capacidad para provocar la complicidad con el anfitrión, un truco eficaz para estimular la empatía, sin caer en la zalema. Así comenzó con el apoyo a una calle para Manuel Broseta, campaña de la sociedad civil a ... través de LAS PROVINCIAS. Esa inteligencia emocional por la que demostró, en modo requiebro, el seguimiento a su entrevistador, mi admirado Pablo Salazar, entonando y cantando 'Aquellas pequeñas cosas' de Serrat, a la que se refería el Belvedere de ayer. ¿Populismo o sabiduría?. O las dos cosas.
Evidentemente, aprovechó la ocasión para resaltar las dificultades por la herencia de ocho años de Compromís y PSPV, subrayar los logros incluso hasta refocilarse y ofrecer una panorámica de los objetivos, incluso con las dudas sobre la remodelación de la Plaza del Ayuntamiento, los apartamentos turísticos o el proyecto de Mestalla, para la legislatura, de los que se informa detalladamente en otras paginas.
Tal como se manifiesta cada vez que la oigo o leo sus declaraciones, generalmente inteligentes, me queda la duda acerca de los objetivos políticos en la mente de Catalá: consolidar su carrera política, a imagen y semejanza de Rita Barberá, en la poltrona de la Casa Gran capitalina o si sus perspectivas van más allá, mucho más allá, de la vida municipal. Así es la vida.
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